La insufrible moda de las mesas compartidas y mi teoría de ir en Metro

La insufrible moda de las mesas compartidas y mi teoría de ir en Metro
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El domingo fui a desayunar a una pastelería que está muy de moda en Madrid, tanto que la gente se coge el coche para ir a comprar o desayunar y eso que está en un sitio insufrible para aparcar. Bueno, esto lo digo porque, de hecho, nosotros nos cogimos el coche para ir. Y cuando llegamos descubro que es un sitio que se ha sumado a la insufrible moda de las mesas compartidas.

¿En qué consiste esta moda? Bueno, pues consiste en coger algo que ha existido toda la vida en otro tipo de sitios como por ejemplo sociedades gastronómicas, hospitales, comedores de colegios, etc., y traerla a la escena bajo un supuesto síntoma de glamour extraño. Porque sinceramente, no se qué tiene de glamour estar comiéndose una galleta que te ha costado un euro escuchando la conversación de la persona que se ha sentado al lado, o del otro que está mojando un croissant en un café y salpicando todo.

Un vistazo a…
Sin miedo no hay pasión, Begoña Rodrigo, La Salita

El sitio espectacular, los bocadillos, sandwiches, bollería, pastelería, bombones, etc., todo espectacular, ¿pero merece la pena ir y estar incómodo los 25 minutos que tardas en tomarte el desayuno? Y lo mismo digo para otros muchos modelos de negocio como restaurantes que lo están utilizando. Porque una cosa es compartir la barra de un bar con alguien, creo que eso lo tenemos interiorizado en nuestro ADN, y otra muy diferente disfrutar como se merece un local de una cierta categoría.

El acto de comer, para mí, es algo muy personal y solo me gusta compartirlo con amigos, familiares o conocidos. Reuniones de trabajo, comidas familiares, quedas con un amigo. Hablas, te ríes, haces ruido, pero en la mesa se crea un micro clima que te embarga de lo que te rodea. Diferente es el caso de las mesas compartidas, esto es como ir en metro.

Metro

El metro, además de un sistema de transporte, es un espacio a compartir. Y seamos sinceros, un espacio muy incomodo que compartir. Un vagón vacío es un sitio que se irá llenando de una forma equidistante entre las personas que lo ocupan. Si van dos personas en un vagon entero, y estas no se conocen, seguro que no se van a sentar al lado.

El vagón se va llenando, ya hay más personas y por lo tanto menos espacios. Los primeros asientos que se ocuparán serán de forma impar. Es decir, uno sí, uno no, uno sí, uno no. De forma que en muy pocas ocasiones veamos que personas que no se conocen se sienten de buenas a primeras juntos habiendo sitios vacíos cerca.

Metro

Las miradas. No digamos que nunca te has puesto a mirar a la persona que tienes justo sentada al lado. Como mucho miras a la de enfrente, o a los que están de pies, por no decir que en muchas ocasiones se mira al plano del metro de la pared o directamente al suelo. ¿Y la incomodidad de cruzar la mirada con otra persona? Eso de, nos hemos visto que nos hemos mirado pero hacemos como si no.

¿Por qué me tengo que sentir en un restaurante de nivel o una pastelería “chic” como si viajase en metro? Entiendo que por ahorrar costes un hospital tenga mesas para compartir, entiendo que en un colegio no tengan mesas para cada 4 alumnos, puedo entender incluso que en sitios de neo restauración donde la comida es de “low cost” el sitio también sea de “low cost”, utilicen este método. ¿Pero por qué cuando estoy pagando las galletas 1 euro la unidad o cuando estoy pagando 30 euros por cabeza?

Que alguien ponga cordura en esto de la insufrible moda de las mesas compartidas, por favor.

Foto | nikodemus | Blog do Mílton Jung
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