Sin importar el tiempo que haga, en casa no nos gusta renunciar a los guisos y legumbres durante todo el año, así que hace uno días aproveché para hacer mi receta de patatas con costilla adobada antes de que hacer este tipo de guisos resulte más pesado en la cocina.
No es que me moleste, pero pasa lo mismo con el horno, que apetece menos encenderlo. El uso del pimiento choricero no es imprescindible, así que si no lo encontráis no pasa nada, pero me he acostumbrado a utilizarlo y ciertamente le da una gracia muy rica a los guisos de carne.
Como ocurre con las patatas a la riojana, un guiso primohermano de este, es importante chascar las patatas y no cortarlas, para que suelten más almidón y espese el guiso.
Calentamos en una cazuela honda un poco de aceite de oliva. Rehogamos la cebolla troceada hasta que esté transparente, en ese momento echamos el pimiento cortado. Cuando la verdura esté pochada agregamos la costilla y dejamos que se rehogue el conjunto, hasta que ésta tenga color.
Ponemos las patatas cascadas en trozos medianos y removemos el conjunto. Vertemos el chorrito de vino blanco, subimos el fuego para que el alcohol se evapore, colocamos el pimiento choricero en la cazuela y cubrimos con agua o caldo de carne. Salamos ligeramente y llevamos a ebullición. Bajamos el fuego pero que haga chup chup y cocemos hasta que la carne y las patatas estén muy tiernas.
De vez en cuando movemos la cazuela para que la patata suelte la fécula. Si aún así queremos el caldo más gordo, podemos sacar unas cuantas patatas y algo de caldo, aplastarlas con un tenedor y volver a la cazuela. Casi al final de la cocción rectificamos la sal si fuese necesario. Servimos muy caliente.
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Con qué acompañar las patatas con costilla
Esta receta de patatas con costilla adobada es un plato que tomamos en casa como único. Cuando hago este tipo de comidas no me gusta poner otra comida aparte porque me parece contundente así que lo suelo hacer es acompañarla con una buena ensalada que tomamos previamente a esta receta.
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