De asesino a pizzaiolo: la Interpol detiene a un miembro de la mafia calabresa que montó un restaurante en Francia tras 16 años de fugitivo

La Interpol ha detenido en la localidad francesa de Saint-Étienne a Eduardo Greco, de 63 años, presunto asesino convicto y destacado miembro de la ’Ndrangheta, la conocida organización criminal de Calabria. Greco, que llevaba más de 16 años a la fuga, ha sido descubierto trabajando como pizzero bajo un nombre falso y en un restaurante regentado por él mismo, abierto en verano de 2021 en la ciudad francesa.

Considerado como un "fugitivo peligroso" y condenado a cadena perpetua por varios asesinatos enmarcados dentro de una guerra de mafias en la década de 1990, Greco logró escapar hace casi 17 años cuando estaba bajo custodia policial en Italia. Una operación realizada por los carabinieri de Cosenza, coordinada con las autoridades francesas a través del proyecto I-CAN de Interpol, ha permitido localizar al fugitivo en Saint-Étienne, cuya identidad ya ha sido confirmada por la policía italiana.

"El restaurante italiano de sus sueños"

Según fuentes de la prensa francesa, y como recoge el diario británico The Guardian, Greco había estado varios años en Francia trabajando como cocinero en diferentes restaurantes y pizzerías de la misma localidad, hasta que se animó a abrir su propio negocio bajo el nombre falso de Paolo Dimitrio.

Bautizado como 'Café Rossini Ristorante' el local especializado en cocina italiana abrió en la calle Pointe Cadet de Saint-Étienne en el mes de julio de 2021. El restaurante, ahora aparentemente cerrado, publicó en su cuenta de Facebook la noticia del periódico local Le Progres que cubrió entonces la inauguración del mismo, declaraciones y fotografías del propio prófugo incluidas.

"Italiano de nacimiento, pero stéphanois de corazón, después de catorce años, Rocco, como le llaman sus amigos, ha aportado su talento de cocinero al servició de muchos restaurantes italianos de la villa", publicó entonces Le Progres. Según el mismo artículo, Dimitrio declaraba que hacían una cocina italiana casera, elaborada "únicamente con productos frescos", y que había aprendido el el oficio recorriéndose el Hexágono, y gracias a su abuela calabresa de la que había "heredado su saber hacer y su gusto por la cosas bien hechas".

El mafioso devenido cocinero afirmaba que la idea de su local era presentar una carta diferente cada día centrándose en especialidades regionales, con pizzas, pastas, platos vegetarianos y carnes, pero afirmaba que "aquí no hacemos espaguetis boloñesa". Eso sí, a juzgar por el vídeo también publicado en su Facebook, no tenían problemas en de servir la pasta en cortezas de queso, una moda repetida hoy hasta la saciedad en las redes sociales.

La noticia de Le Progres finalizaba entonces afirmando que "después de un año difícil, Rocco no tiene más que un objetivo: dar a conocer la cocina de la Bota, en toda su diversidad". Y mantener su doble identidad como prófugo convicto, suponemos. Quizá no era muy buena idea exponerse al público cuando te busca la justicia, aunque ya sabemos el apego pasional que tienen los italianos con su cocina.