Empieza a preocuparse la industria mundial del zumo ante una realidad extraña, pero posible: la de zumos de naranja hechos con menos naranja. Puede parecer uno de los grandes contrasentidos del consumo, pero el aviso ya está sobre la mesa tras comprobar cómo Brasil, primer productor mundial de naranjas, se acerca en 2024 a un pésima cosecha.
¿Cómo de pésima? Pues se estima que en una caída de un 24% de la producción, mucho peor del 15% que se había previsto, y que se suma a ya de por sí una mala cosecha en 2023.
Medida en cajas de 40,8 kilos –que es como se comercializa industrialmente la naranja–, la producción total brasileña se calcula en unos 232,38 millones de cajas. Una cifra sensiblemente menor a los 307,22 millones de cajas que se produjeron en 2023.
Detrás de las causas de esta debacle se encuentra una tormenta perfecta de plagas, sequías y estrés hídrico que está haciendo temblar a uno de los principales productos agrícolas de Brasil y con ello también a una industria que ahora paga las consecuencias.
De hecho, el precio del concentrado de zumo de naranja congelado en los mercados de futuro está ahora mismo en su máximo histórico con 4,95 dólares por libra (0,453 kg). Puede que os parezca una cantidad baja, pero tengamos en cuenta que hablamos de concentrado de zumo de naranja congelado, que cuando se regenera y se agrega agua para comercializarse cunde muchísimo.
La situación, además, si se habla de Brasil, complica al país sudamericano porque el 99% de su producción se exporta, aunque no es el único país que lo está pasando mal. Florida, que es el gran estado en cuanto a cultivo de naranjas en Estados Unidos, tampoco pasa por su mejor momento, lo que complica la producción de zumo de naranja para este año.
Tanto como, para como explican desde The Guardian citando a Kees Cools, presidente de la International Fruit and Vegetable Juice Association, "escribir a los reguladores de Naciones Unidas para que el zumo de naranja pueda contener otros cítricos". Principalmente, mandarinas.
La complejidad también llega porque estas malas cosechas limitan el margen de maniobra de los productores, que suelen mezclar –en épocas de poca producción– el zumo nuevo con el zumo congelado, que tiene una vida útil de un par de años, pero que previsiblemente no vaya a dar para 2024.
Lo que sí es verdad es que, además de estar en el mayor precio histórico, la producción brasileña de naranjas está en su menor nivel desde 1988, lastrando con ello a productores e industriales en una tormenta perfecta que, como es evidente, no se soluciona en un día y que obliga a replantear la estrategia del sector.
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