Tres trucos avalados por la ciencia para mantener tu casa caliente este invierno sin gastar más

Pequeños cambios en la ropa, el aislamiento y la ventilación pueden aumentar varios grados la temperatura interior sin encender la calefacción.

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Joana Costa

Editor

Con el invierno a la vuelta de la esquina, el gasto energético vuelve a ser una de las grandes preocupaciones de los hogares españoles. Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), cada familia invierte una media de 640 euros anuales en calefacción. 

Una cifra que, pese a las mejoras tecnológicas, sigue creciendo año tras año. Sin embargo, la ciencia ofrece algunas claves para combatir el frío sin necesidad de encender siempre la calefacción.

En un contexto marcado por la eficiencia y la sostenibilidad, cada vez más expertos insisten en que mantener el calor no depende solo de la potencia de un sistema de calefacción, sino también de cómo se gestiona la energía dentro del hogar. La forma en que ventilamos, aislamos o incluso vestimos puede influir notablemente en la sensación térmica y en el gasto final a lo largo del invierno.

Nuestro cuerpo es una máquina de termorregulación. El cerebro que controla la temperatura corporal, ajusta constantemente el flujo de sangre, el metabolismo y hasta los escalofríos para mantener los 37 ºC óptimos.

Cuando el cuerpo detecta frío, reduce el riego en la piel y lo concentra en el tronco, protegiendo los órganos vitales. Por eso, sentir las manos o los pies helados no siempre implica tener una temperatura corporal baja: es una reacción de defensa.

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Como una cebolla

A partir de estos procesos, la ciencia propone tres estrategias para mantener el calor sin depender tanto de la calefacción. La primera es vestirse por capas finas

Varias prendas ligeras crean cámaras de aire que actúan como aislante térmico, del mismo modo que la piel de gallina lo hace de forma natural. Eso sí, la capa exterior debe ser resistente al viento y a la humedad, ya que el aire en movimiento acelera la pérdida de calor corporal.

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Taparse la cabeza

El segundo consejo es mantener la cabeza cubierta. Aunque no es cierto que sea la zona por donde más calor se pierde, sí tiene un papel importante en la sensación térmica y en el reflejo de tiritar. 

Al mantener la cabeza caliente, el cuerpo interpreta que la temperatura es estable y reduce el gasto energético destinado a generar calor mediante temblores musculares.

Mantenerse activo

El tercer truco, tan simple como efectivo, es moverse. La actividad física, incluso ligera, activa la musculatura y acelera el metabolismo, generando calor de manera natural. Subir escaleras, caminar o realizar tareas domésticas ayudan a elevar la temperatura corporal sin necesidad de recurrir a aparatos eléctricos. 

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En el lado contrario, los científicos también desmontan algunos mitos. Comer más o beber alcohol no son soluciones reales contra el frío. Los alimentos muy calóricos no se transforman automáticamente en calor, y el alcohol, aunque produce una sensación momentánea de calor, en realidad aumenta el riesgo de hipotermia al dilatar los vasos sanguíneos y enfriar la piel.

En definitiva, mantenerse caliente en invierno no depende solo de la calefacción. Entender cómo funciona nuestro cuerpo y aplicar estrategias simples como vestir por capas, proteger la cabeza y mantenerse activo puede reducir notablemente el consumo energético y mejorar el confort. Un recordatorio útil en tiempos en los que ahorrar energía se ha convertido en la forma más inteligente de entrar en calor.

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