Nadie la tiene en cuenta y acumula mucha suciedad: cómo y cuándo limpiar la goma de la lavadora correctamente

La junta de goma es uno de los rincones más olvidados y más sucios. Con unos pocos pasos, puedes evitar malos olores, moho y averías innecesarias

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Joana Costa

Editor

Aunque no se vea, la goma de la lavadora acumula restos de detergente, humedad y microbios. Y si no se limpia con frecuencia, empieza a oler mal, a ennegrecerse… y a estropear la ropa limpia. Un descuido habitual con consecuencias molestas.

Lo recomendable es limpiarla una vez al mes, o cada dos semanas si la lavadora se usa a diario. No hace falta desmontarla, pero sí inspeccionarla con cuidado: en sus pliegues se acumulan pelusas, jabón seco e incluso residuos de tejidos, botones, monedas y clips del pelo.

El primer paso es pasar un paño húmedo para retirar lo superficial. Después, se puede aplicar una mezcla de vinagre blanco con agua caliente o un poco de bicarbonato con agua tibia. Dejar actuar unos minutos y frotar con un cepillo de dientes viejo.

Para casos de moho visible, una solución con lejía diluida (siempre bien ventilado el espacio) puede eliminar las manchas más resistentes. Luego se seca a fondo con un paño limpio. No basta con dejar la lavadora abierta: hay que secar.

También conviene dejar la puerta abierta tras cada lavado y retirar el exceso de agua. El ambiente húmedo es perfecto para los hongos. Mantenerlo ventilado evita que la goma se degrade antes de tiempo.

Una revisión visual mensual puede prevenir averías más costosas. Si la goma está rajada, deformada o desprende olor constante, puede que toque sustituirla. La prevención, en este caso, también es un ahorro.

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En lavadoras con función de autolimpieza, este paso sigue siendo necesario. El ciclo automático no llega a todos los rincones. Y en los modelos antiguos, mucho menos.

Mantener limpia la junta no es solo un gesto de higiene: es una forma de prolongar la vida útil de la lavadora y evitar que el ciclo de limpieza termine ensuciando. Una rutina fácil, rápida y con impacto directo en tu colada.

Si la ropa empieza a oler raro aunque uses suavizante, ya sabes por dónde empezar a mirar. La solución está en una goma que —aunque discreta— tiene mucho que decir y una potencial presencia en los tejidos a los que te abrazas todo el día.

Foto | Sarah Chai

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