El maravilloso mundo de las empanadas es tan rico como inabarcable. Sin entrar en el enorme catálogo de empanadas latinoamericanas, tan de moda últimamente, hoy queremos reivindicar nuestra cultura nacional empanadera que tantas alegrías nos ha dado durante las fiestas y vacaciones de verano.
Se repiten en muchas regiones de España, incluso en zonas tan distantes como los casi mil kilómetros que separan la Región de Murcia de Galicia, que es el destino al que nos dirigimos hoy para recrear uno de sus platos más populares en nuestra cocina. Y nos quedamos con una de las versiones más extendidas y sencillas, porque de la variedad de empanadas tradicionales que, afortunadamente, sobreviven en Galicia, daría para una tesis doctoral.
Como murciana que ha crecido entre empanadas, empanadillas y cocas, la empanada gallega de bonito y pimiento no podía más que engancharme al primer bocado. Fácil de preparar y con ingredientes accesibles para todos, es un plan de fin de semana veraniego perfecto para dedicarle un poco de tiempo en familia o con amigos. Al igual que cualquier masa con relleno, pide un poco de tiempo, pero que no os engañe, pues es tremendamente sencilla.
Y lo mejor es que podemos hacerla con antelación, por la mañana cuando aún refresca, y tenerla lista a media tarde para una de esas gloriosas merienda cenas de verano, para un festín de picoteo con otros aperitivos o para llevar de picnic, de excusión o a la playa. Y oye, si te da pereza hacer la masa, siempre se puede comprar una ya hecha; pregunta antes en la panadería u obrador de confianza que tengas a mano porque a menudo las puedes encargar.
Si la masa es decente, el bonito de calidad y la salsa de tomate artesana y generosa, el éxito está asegurado.
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