Las croquetas de espinacas son una alternativa ligera y deliciosa a las versiones más tradicionales. Una receta versátil y llena de sabor que gustará tanto a pequeños como a mayores.
Las croquetas son uno de esos bocados que nunca fallan, y esta versión con espinacas y piñones añade un toque vegetal que las hace irresistibles. Con una bechamel suave y cremosa como base, se convierten en un entrante perfecto, ideal para servir en cualquier comida casera o como tapa para compartir. Además, son una manera sencilla y deliciosa de incorporar verduras al día a día sin renunciar al sabor.
La clave está en lograr una[bechamel perfecta: cremosa, sin grumos y con el punto justo de densidad para que las croquetas mantengan su forma.
Primero descongelaremos las espinacas. Pelamos y picamos finamente la cebolla para sofreírla 5 minutos a fuego medio con la cucharada de aceite de oliva. Retiramos de la sartén y reservamos.
Derretimos la mantequilla y cocinamos la harina 1 minuto antes de incorporar las espinacas, y verter el caldo y la leche.
Sazonamos al gusto, y cocinamos la bechamel a fuego medio bajo hasta que comience a espesar.
Pasamos la mezcla a una fuente, cubrimos con film transparente sin que haya nada de aire, y dejamos reposar la masa al menos 4 horas en la nevera.
Formamos las croquetas, y las pasamos por harina, huevo batido y pan rallado.
Freímos las croquetas en abundante aceite bien caliente. Lo haremos por tandas hasta que queden bien doraditas. Dejamos escurrir sobre papel de cocina absorbente.
Con qué acompañar las croquetas de espinacas
Acompañamientos frescos y ligeros como una ensalada verde o unas crudités de verduras, irán a la perfección con nuestras croquetas caseras.
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