Son muchas las recetas que comienzan con instrucciones sobre cómo preparar las verduras, o simplemente se nos indica que necesitamos tal cantidad de un ingrediente pelado y cortado de una manera. A menudo son gestos que hacemos por inercia y costumbre, como picar la cebolla, sin detenernos a pensar si realmente hace falta pelar todos los vegetales que usamos en la cocina. Ocurre así con las zanahorias y raíces comestibles similares, como la chirivía.
Pensándolo fríamente, pelar una zanahoria tiene poco sentido. No tiene una piel tan diferenciada como sí tiene una patata, un tomate, un melocotón o un kiwi -todo pieles comestibles-. Es simplemente la capa más externa de la raíz que, sí, se muestra algo más tosca y áspera que el interior, pero apenas hay diferencias una vez en la boca.
Perder el tiempo pelando las zanahorias tiene sentido cuando buscamos un acabado estético más refinado, si muestra golpes, partes dañadas o magulladuras, o si nos preocupa especialmente retirar cualquier resto de suciedad o impurezas. Aunque, con un buen lavado frotando bien, debería ser más que suficiente y ahorraremos mucho tiempo. También nutrientes muy valiosos.

Porque tirar la piel de la zanahoria es desperdiciar gran cantidad de fitonutrientes, fibra y vitaminas C y B3 o niacina, que se concentran mucho más en esa capa externa de la raíz. Los famosos carotenos antioxidantes de la zanahoria también se encuentran en mayor proporción en la piel, así como los compuestos fenólicos. La pulpa interior contiene más cantidad de azúcares naturales, por lo que comer la zanahoria completa nos proporciona un mayor equilibrio de hidratos de carbono complejos, haciendo que sea más saciante y reduciendo su índice glucémico.
Tiene además poco sentido perder el tiempo en lavar y pelar las zanahorias sin las vamos a cocer o guisar, o si las vamos a triturar para hacer una crema o salsa. Tampoco hace falta pelarlas para elaboraciones de repostería como una carrot cake, ya que una vez cocinado el bizcocho será totalmente indistinguible, y ni siquiera es necesario pelarlas para servir crudités o añadir a una ensalada.
Como decíamos, pelar la zanahoria al final es una decisión más estética y de presentación que puramente culinaria. Si decides pelarlas, conserva las pieles para añadirlas a un caldo o un puré o crema de verduras. Estarás aprovechando muchos nutrientes valiosos y también ahorrando al reducir el desperdicio alimentario.
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