Su nombre no suele aparecer en las guías turísticas ni encabeza las listas de los destinos imprescindibles en Asturias, y, sin embargo, es uno de los pueblos más singulares y antiguos que conserva el Principado. En el concejo de Pesoz, en el occidente asturiano, Argul desafía al paso del tiempo con sus callejuelas estrechas y viviendas de piedra que parecen surgir de la roca.
Más aldea que pueblo, Argul es un conjunto arquitectónico de lo más pintoresco enclavado en plena sintonía con el entorno natural que ha definido sus orígenes y su devenir histórico desde tiempos medievales. Las primeras referencias escritas a este poblado aparecen ya en el año 972, pero se cree que su historia comenzó mucho antes, siendo zona de asentamiento de los albiones, pueblo astur-galaico, y que probablemente ya los romanos ocuparon para explotar los recursos minerales como el oro.
Visitar hoy Argul es como viajar en el tiempo, pues el calendario parece haberse detenido en esta aldea hace muchos años. Apenas son un puñado de vecinos los que se niegan a dejar morir su aldea, con muchas viviendas abandonadas o reconvertidas en espacios de trabajo para las labores del campo que todavía mantienen la vida del pueblo.
©Turismo de Asturias - Mampiris
Lo más singular de esta villa es su marcado carácter medieval rural tradicional, ofreciendo una visión muy significativa de cómo era la Asturias de la Edad Media, con casas que presentan una arquitectura tan peculiar que el conjunto histórico fue declarado Bien de Interés Cultural en el año 2004.
Es la orografía del terreno, con laderas abruptas de roca y la cercanía del río Agüeira, la que ha dibujado el trazado urbano y la construcción de las casas, que casi parecen surgir del roqueo natural sobre el que se asientan. Esas rocas permitieron levantar notables casas de grandes dimensiones sin la necesidad de construir cimientos o fuertes muros, pero también obligó a jugar con el ingenio. Todo el pueblo está atravesado por túneles, corredores y pasadizos que conectan las casas entre sí, salvando las irregularidades del terreno. Se dice que incluso es posible recorrer toda al aldea sin llegar a pisar el suelo.
Son casas construidas al estilo asturiano más tradicional de montaña, con muros y tejados de de piedra, pizarra, madera y barro. Muchas se organizan en torno a un patio interior y la mayoría cuentan con hórreo, torre-palomar o palomar dentro de los propios desvanes.
Destacan hoy edificaciones curiosas como la Casa de Vilar, con un túnel de casi 20 metros de longitud, la encantadora Capilla de San Antonio, que guarda un retablo barroco en su interior, o la la casa de Juan Alonso Villabrille y Ron, célebre personalidad del concejo en el siglo XVIII por ser escultor reconocido por Casa Real en sus tiempos.
Pasear por las callejuelas y caminos de Argul es hoy viajar en el tiempo a otra época totalmente ajena al mundo acelerado actual, y pese a sus pequeñas dimensiones merece la pena caminar con calma para descubrir todos los detalles y curiosidades que ofrece la aldea en cada rincón. Quedan pocos vecinos, pero los que aún habitan el pueblo mantienen su rutina con una vida que sigue a sus propios ritmos, cultivando pequeñas huertas y criando animales de granja.
Imágenes | Ayuntamiento de Pesoz - Turismo de Asturias
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