Diminuto, pero cargado de historia: el pueblo de Teruel de origen medieval en plena Sierra de Gúdar con noches refrescantes

Incluso en los veranos más tórridos, las noches rara vez superan los 20 ºC

Linares De Mora Teruel
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Jaime de las Heras

Editor Senior
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Jaime de las Heras

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A menudo, la provincia de Teruel protagoniza los titulares más gélidos del invierno. Muchos de sus municipios registran temperaturas mínimas que rivalizan con las de enclaves tradicionalmente fríos del norte peninsular. Sin embargo, lo que en enero se percibe como un inconveniente, en julio y agosto se convierte en una bendición.

Mientras buena parte de España suda por las noches, en los pueblos turolenses se duerme tapado y con la ventana entreabierta. Es un lujo térmico que cada verano valoran más quienes buscan alternativas al calor sofocante de las ciudades. En ese contexto, Linares de Mora se presenta como uno de los destinos más agradables y sorprendentes para quienes quieren refrescar cuerpo y espíritu sin renunciar a la belleza de un entorno histórico y natural.

Linares de Mora es un pequeño pueblo de origen medieval que se esconde entre las montañas de la Sierra de Gúdar, una de las comarcas más altas y frondosas de Aragón. A más de 1.300 metros de altitud, este municipio turolense combina su aire puro con un patrimonio arquitectónico notable y un entorno natural que invita a ser explorado.

Está ubicado a unos 80 kilómetros al noreste de la ciudad de Teruel. Para llegar hasta allí, lo más directo es tomar la carretera A-226 en dirección a Cantavieja, atravesando paisajes de alta montaña que se vuelven cada vez más verdes y escarpados a medida que uno se acerca a su destino. El trayecto, de algo más de una hora, se convierte en parte de la experiencia: curvas, barrancos, pinares, y una sensación de desconexión que se acentúa con cada kilómetro de esta localidad adscrita a Los pueblos más bonitos de España.

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Qué hacer en Linares de Mora (Teruel)

Aea1 Campanario de la Iglesia de la Inmaculada (Linares de Mora). ©Turismo en Aragón.

La historia de Linares de Mora se remonta al siglo XII, cuando fue reconquistado por las tropas cristianas y repoblado como bastión defensivo frente a las incursiones moras. Desde entonces, ha conservado una estructura urbana medieval que trepa por una ladera rocosa en torno a las ruinas de su castillo.

Las casas, muchas de ellas de piedra y con tejados rojizos, parecen fundirse con el terreno. En lo más alto, la iglesia de la Inmaculada Concepción preside el conjunto con su sobria elegancia barroca. El casco urbano, declarado conjunto histórico-artístico, es un ejemplo muy representativo de cómo los pueblos de montaña se adaptaban al terreno y a las condiciones climáticas extremas.

Linares Pueblo Nevado Scaled Estampa invernal en Linares de Mora. ©Ayuntamiento de Linares de Mora.

El simple hecho de pasear por sus calles ya resulta una actividad en sí misma. Calles empinadas, plazuelas escondidas y balcones floridos se suceden en un trazado irregular que conserva el sabor del medievo. Pero Linares de Mora no es solo un lugar para mirar, sino también para hacer. En los alrededores del pueblo, los amantes del senderismo y la naturaleza encuentran un terreno perfecto.

Una de las rutas más populares es la que lleva hasta el nacimiento del río Linares, una caminata sencilla pero muy gratificante que transcurre entre bosques de pino y prados frescos. También hay rutas más exigentes, como la subida al Peñarroya, el punto más alto de la comarca, o las que conectan con otros pueblos cercanos como Valdelinares o Mosqueruela.

Aea2 Parte alta del pueblo con los restos del castillo medieval. ©Turismo en Aragón.

Quienes practican la escalada también encuentran su espacio aquí. En las inmediaciones del pueblo, especialmente en las paredes del barranco de las Majadillas, se han equipado diversas vías de dificultad media y alta.

Se trata de un entorno ideal para los escaladores que buscan tranquilidad y sombra en verano. No es un destino masificado, lo que permite disfrutar de la roca sin esperas ni aglomeraciones. Además, la calidad del aire y la altitud convierten cualquier actividad física en una experiencia revitalizante.

En el plano cultural, Linares de Mora celebra varias festividades que aúnan tradición y participación vecinal. Las fiestas patronales en honor a San Roque, en agosto, son una buena excusa para conocer la cara más festiva del pueblo. También es recomendable visitar el Museo de Historia Local, un pequeño pero interesante espacio que recoge piezas etnográficas y documentos que ayudan a entender la evolución del municipio.

Aea4 Pino El Escobón, un magnífico ejemplar de la especie Pinus nigra con más de 400 años de vida, en Linares de Mora. ©Turismo en Aragón.

El mejor momento para visitar Linares de Mora es, sin duda, el verano. De junio a septiembre, las temperaturas diurnas oscilan entre los 20 y los 30 grados, pero por la noche bajan lo suficiente como para dormir sin ventilador ni aire acondicionado.

Este contraste térmico es uno de sus grandes atractivos. La primavera y el otoño también ofrecen paisajes espectaculares, especialmente por el cambio de color en los bosques. El invierno, aunque hermoso bajo la nieve, es más duro y requiere preparación si se quiere disfrutar de sus posibilidades.

Imágenes | Ayuntamiento de Linares de Mora / Turismo en Aragón

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