Muchas personas piensan en Tenerife únicamente como un destino de sol, playa y temperaturas siempre por encima de los 20 °C. Esa idea no hace justicia a municipios menos conocidos pero igual de fascinantes, donde queda mucho por descubrir.
Como ocurre con Taganana, en el Parque Rural de Anaga, que ofrece bosques milenarios, senderos y un encanto rural que suele pasar desapercibido. Al igual que playas escondidas y majestuosos barrancos, este rincón muestra otra cara de Canarias no siempre tan conocida.
Taganana es un pueblo del municipio de Santa Cruz de Tenerife, situado en el macizo de Anaga, en el extremo nororiental de la isla. Queda a unos kilómetros de la capital, en un trazado sinuoso que atraviesa barrancos y paisajes de bosque laurisilva.
Su fundación data de 1501, como uno de los primeros asentamientos tras la conquista. De aquella época quedan vestigios, como lagares tallados en la roca y construcciones tradicionales, sin olvidar su iglesia, dedicada a Nuestra Señora de Las Nieves, erigida en el siglo XVI y reformada a lo largo del XVII y XVIII.
Qué ver en Taganana (Tenerife)
El valor arquitectónico de Taganana se aprecia en su plaza mayor, rodeada de casitas blancas y señoriales, en el llamado barrio de Portugal, o en los reparos agrícolas antaño usados para el aceite o el vino.
La sencillez de su núcleo contrasta con la riqueza natural que lo rodea: acantilados que caen al Atlántico, playas de arena negra como Benijo y Almáciga, y el viejo bosque de Las Mercedes, uno de los más antiguos no solo de España, sino de Europa.

Ese bosque es una laurisilva, relicto del Terciario, que cubrió gran parte del Mediterráneo hace millones de años. Allí las ramas se tuercen formando túneles de musgo y helechos, una humedad constante y una atmósfera casi mágica.
Con buena altitud, entre 600 y 1.500 metros, y humedad horizontal, el bosque sostiene una comunidad de laureles, helechos arbóreos, líquenes y briofitas. Para los amantes de la botánica o de los paisajes primigenios, es una joya difícil de igualar.
En Taganana y sus alrededores hay varias formas de disfrutar este entorno. Puedes hacer la Ruta de las Vueltas de Taganana, un camino pavimentado antiguamente usado para transportar la caña de azúcar, que serpentea entre bosques y terrazas de cultivo. Se dice que tiene tantas curvas como días tiene el año.
Senderismo entre laurisilvas
Comienza en el albergue Montes de Anaga, atraviesa la parte boscosa, y termina en el mismo Taganana. Es de nivel medio, accesible para senderistas sin demasiada experiencia y con tramos empedrados que requieren algo de precaución. Tiene una duración aproximada de entre dos y tres horas, ofreciendo vistas cambiantes: primero verde intenso, luego huertas y costa.

Para adentrarse en el bosque mismo, se recomienda el Sendero del Bosque Encantado, que suele requerir un permiso del Cabildo para proteger su fragilidad. Es un paseo corto, de una a dos horas, por senderos cubiertos de vegetación, con puntos de interés como Roque Anambro o el Mirador del Tejo, con vistas a Roque de las Bodegas y a los pueblos costeros.
En el propio Taganana no faltan planes tranquilos. La iglesia de Nuestra Señora de Las Nieves merece una pausa, junto a la pequeña plaza. Desde allí se accede al barrio de Portugal o a sendas etnográficas que recorren el caserío, permitiendo apreciar los lagares, fuentes y detalles rurales que narran su historia. Sentarse a tomar algo en una terraza con vistas al Atlántico o comer pescado fresco en el Roque de las Bodegas también forman parte del atractivo local.
¿Cuándo ir? El clima templado de Tenerife permite visitar Taganana todo el año. Lo más recomendable es entre otoño y primavera (octubre a junio), cuando el bosque está más húmedo y verde, y las nieblas aportan esa atmósfera cautivadora.
Evita los días de tormenta o lluvias intensas, porque los senderos se vuelven resbaladizos. El verano ofrece sol y cielos claros, ideales para contemplar el mar desde la montaña, aunque esos días el bosque puede perder algo de frescura.
Imágenes | Hola Islas Canarias