My Fucking Restaurant: el creativo local del Raval donde comer bien (y asequible) en pleno epicentro turístico de Barcelona

My Fucking Restaurant: el creativo local del Raval donde comer bien (y asequible) en pleno epicentro turístico de Barcelona
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Más que un restaurante My Fucking Restaurant es un ambiente donde confluyen la cocina de autor con una atmósfera cosmopolita tanto en los ingredientes como en las técnicas y hasta en el público, y donde las grandes protagonistas son las verduras.

Al frente está el chef italiano Matteo Bertozzi, junto a su socio Paolo Mangianti. Nacido en Rimini, Bertozzi no es un novato de la gastronomía barcelonesa y con tablas en el restaurante de los 2000 O'Viso, en plena plaza George Orwell.

Este restaurante canalla, con cuatro años de vida en el Raval, quiere ser un hotspot local en medio de un ambiente turístico absoluto, y situar su gastronomía gamberra en el imaginario de la población local.

No se trata del típico restaurante de alta cocina creativa que impone con solo situarse a sus puertas, sino que su punto informal ya acompaña su naming, en una elección desafiante y simpática.

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En este local el ambiente es sofisticado. Con una pared de piedra natural, suelo hidráulico de bonitas cenefas, modernas lámparas y cuadros con fotos antiguas del multicultural barrio del Raval, el restaurante logra un toque retro lleno de exquisitez.

Entre sus comensales se entremezclan turistas de primera hora y locales atraídos por el secreto a voces que es la cocina de Bertozzi, dando lugar a un ambiente cosmopolita en coherencia con sus platos internacionales de toques locales.

Su chef apuesta por una cocina creativa y de vanguardia aprendida en Italia y elaborada con una materia prima de proximidad. Sus indudables protagonistas son las verduras y también los crudos que, lejos de aburrir, sorprenden con matices inesperados y guarniciones que catapultan su sabor.

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Ejemplo de ello es el inesperado boniato con praliné de ajo asado y chutney de cilantro, ganador del premio Desafío XChef by Cervezas 1906. Para el chef, este plato es también un canto a la sostenibilidad, pues del boniato se aprovecha hasta la piel, sirviéndose crujiente sobre el instagrameable plato.

Pero no solamente, también explotan en la cabeza un puerro asado acompañado con una salsa de avellana con sabor similar al de la icónica crema de cacao; una zanahoria que a lo que menos sabe es a zanahoria, o unos deliciosos tacos envueltos en hoja de lechuga.

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Pak Choi con ajoblanco de cacahuetes
Un vistazo a…
Sin miedo no hay pasión, Begoña Rodrigo, La Salita

Juego de contrastes y trampantojos

La cocina de Bertozzi es un juego de contrastes para el paladar. Mestra de ello es un falso arroz de carabinero donde los granos de arroz son lentejas beluga sobre las que se escurren las cabezas de los carabineros.

Sus platos para compartir invitan a los participantes a jugar: a descubrir sabores, texturas y a atreverse con preparaciones a priori insólitas, como por ejemplo, el calamar con mantequilla de azafrán y algas.

Sobresalen también entre sus platos unas bravas preparadas con harinas de garbanzo, las ostras Bloody Mary con kimchi y unas exitosas croquetas de ossobuco que proclaman la expertisse del cocinero.

Las notas internacionales de su carta vienen de sugerencias como un ssäam de porchetta con cebolla braseada (fusión entre Corea e Italia); un carpaccio de picanha al mollete de steak tartar; unos tagliatelle de apionabo y espuma de Parmigiano Reggiano, y un black angus onglet ecológico con alioli suave.

Los postres siguen esta línea creativa gamberra con sugerencias inesperadas, como la del dorayaki de tiramisú; las torrijas con queso de crema; la panacotta de peras, cardamomo y pimienta de Sichuan o el mini cheesecake de ricotta y boniato.

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Torrijas con queso de crema

Para celíacos y no celíacos

Cabe destacar que su carta es 100% sin gluten, sin embargo, no se considera como un establecimiento hecho para celíacos, sino para que los celíacos también puedan comer como los demás, con técnicas listas para todo tipo de clientes.

Asimismo, para el cocinero, hacer este tipo de cocina es una estrategia inclusiva porque allí donde un celíaco puede comer es adonde finalmente va todo el grupo de amigos o toda la familia, o donde queda para cenar con una cita.

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Puerro con salsa de avellana y queso

Qué pedir: En My Fucking Restaurant se puede pedir a la carta o ponerse en las manos del chef y dejar que nos conduzca por los giros de guión de sus dos menús degustación, que abrazan los grandes éxitos de su trayectoria y garantizan una experiencia buena, divertida y de altura. En ambos menús, de 38 y 45 euros, es posible añadir un maridaje para multiplicar el viaje todavía más gracias a una carta con más de 140 vinos naturales seleccionados por la somelier Valeria di Benedetto, o casi mejor, cenar a base de cócteles de todo tipo.

Datos prácticos

Dónde: Nou de la Rambla, 35
Precio medio: 40 euros.
Reservas: 93 639 78 27.
Horarios: Lunes, jueves y viernes, de 19 a 23 h y sábado y domingo, de 13 a 16 h y de 19.30 h a 23 h.

Fotos: @muysibarita, My Fucking Restaurant.

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