Ni Pedraza ni Chinchón: este es el pueblo medieval más bonito cerca de Madrid (y es Reserva de la Biosfera de la Unesco)

Ni Pedraza ni Chinchón: este es el pueblo medieval más bonito cerca de Madrid (y es Reserva de la Biosfera de la Unesco)
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Con poco más de 70 habitantes censados, a unos 100 km al norte de la capital, se encuentra uno de los pueblos más pintorescos y más bonitos de toda la Comunidad de Madrid. Se trata de La Hiruela, una aldea perdida en el tiempo que ha conseguido conservar su espíritu encantador y el entramado original de sus calles y viviendas de piedra para ofrecer una escapada ideal en un marco natural para recorrer sin prisas.

En plena Sierra del Rincón, Reserva de la Biosfera, el municipio de La Hiruela lo encontramos ya en el límite noreste de la Sierra Norte de Madrid. Su situación geográfica mantienen al pueblo casi como un reducto perdido en el tiempo, donde la vida transcurre a otro ritmo, en un paisaje abrupto entre valles llenas de vegetación de gran riqueza. Bosques, prados, dehesas, arroyos y multitud de sendas rodean las históricas casas de piedra, convirtiendo al pueblo en un destino ideal para excursionistas.

A pesar de que La Hiruela surge en el paisaje como si estuviera escondida entre montañas, está lejos de ser un lugar secreto para los visitantes, especialmente para los madrileños, no tanto para el turista foráneo. Pero la aldea ha sabido controlar las masificaciones y los días de mayor afluencia se cierra al tráfico su centro histórico. Esto no supone ningún problema, pues justo a la entrada se ha dispuesto un cómodo aparcamiento gratuito desde donde apenas tardaremos unos minutos en alcanzar el corazón del pueblo.

Y casi se agradece, pues tiene algo de mágico atravesar su entrada y adentrarse poco a poco en sus intrincadas calles, con subidas y bajadas, recodos y rincones que pueden pasar desapercibidos si no estamos atentos a cada detalle. Las viviendas y construcciones, perfectamente restauradas, conservan ese espíritu de pueblo de montaña donde el tiempo no pasa, con su estructura baja, paredes de piedra, pizarra, adobe y madera.

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Muchas de las casas son ahora alojamientos rurales y otras acogen pequeños negocios pensados para el visitante, sin caer en lo típico turístico de otros lugares. Encontraremos así una oferta hostelera limitada pero más que suficiente, con el Bar-Restaurante La Hiruela, junto a la iglesia de San Miguel Arcángel y el Ayuntamiento, con una agradable terraza, como enclave principal.

Además de recorrer todas sus calles y visitar el templo o el más que recomendable Museo Etnológico, el otro gran atractivo de La Hiruela son las numerosas sendas que parten de la aldea bajo diferentes recorridos en torno a distintas temáticas. Son paseos muy asequibles también para familias con niños e incluso se pueden hacer todos en el mismo día, disfrutando de la riqueza del paisaje que cambia en cada estación.

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A lo largo de estas sendas podemos visitar distintos enclaves del patrimonio etnológico que rememoran la antigua vida del pueblo, y que aún hoy son parte clave de su actividad económica, como la elaboración de miel. Destacan la carbonera, el colmenar y el molino harinero, con el aula apícola educativa junto al río Jarama donde además hay un área recreativa donde podemos descansar y repostar con nuestra propia comida.

Todas las sendas están muy bien señalizadas y clasificadas con colores, y merece la pena completarlas en su totalidad para no perdernos tampoco los robles centenarios, abedules y avellanos, así como los verdes prados y los cultivos de árboles frutales, que son un espectáculo cuando están en flor o rebosantes de frutos.

Como recuerdo, además de las ganas de volver, nos podemos llevar distintos tipos de miel local y unas deliciosas rosquillas artesanas. Puro sabor a pueblo.

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