"Como te ves, yo me vi. Como me ves, te verás. Todo acaba en esto aquí. Piénsalo y no pecarás." Casi como una letanía y una premonición, el osario de la Iglesia de Santa María de Wamba, en Valladolid, recuerda a aquella famosa locución latina del tempus fugit.
Sin embargo, no es la única rareza que vamos a encontrar en esta localidad vallisoletana que es —aunque todas lo sean a su manera— verdaderamente única en España. Quizá tengamos la lista de los Reyes Godos un poco oxidada, pero puede que a alguno de los lectores le suenen ciertos nombres como el rey Wamba.
Rey que, curiosamente, da nombre a este municipio de apenas 300 habitantes en la comarca de los Montes Torozos y que hace única a esta localidad, pues se trata de una rareza, ya que no hay ninguna otra entidad poblacional en España cuyo nombre comience por uve doble.
El motivo no es otro que aquí fallecería Recesvinto, su predecesor, y donde Wamba sería coronado como monarca de los visigodos, motivo por el que se 'bautizó' como tal al pueblo.
Sin embargo, más allá de esta singularidad, Wamba también es, a pesar de su pequeño tamaño, una rareza arquitectónica que merece la pena una visita a este pueblo donde se construyó una de las primeras iglesias mozárabes de la zona, sobre el siglo XI.
Qué ver y qué hacer en Wamba, Valladolid
Aunque de ella sólo queda la cabecera triple, así como parte del primer tramo de las naves, sirve para hacerse una idea de aquel primer cambio arquitectónico. Iglesia que, por cierto, también fue reconstruida sobre la primitiva iglesia visigoda de la localidad, ya del siglo X.
No obstante, la Iglesia de Santa María sería reformada en el siglo XII cuando cambia de orden religiosa. En este caso, pasa a ser una dependencia de los Caballeros Hospitalarios de la Orden de San Juan de Jerusalén, que amplían la iglesia bajo el diseño cisterciense que predominaba en la época en esta zona de Valladolid, de lo que también es testimonio la abadía de Santa María de Retuerta.
Aunque aún queda una sorpresa mayor en Santa María de Wamba: el osario. Utilizado como pudridero y osario para guardar los cuerpos de los monjes —y, seguramente, también de personal civil—, Santa María de Wamba sirvió como osario entre los siglos XIII y XVI, albergando así los restos —principalmente calaveras— de más de 3.000 personas, sirviendo como motto al osario la frase con la que abríamos este reportaje.
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Más allá de este carácter tétrico, lo cierto es que para los amantes de la arquitectura religiosa —y la transición del mozárabe al románico—, así como la historia, Wamba es un destino perfecto. Monumental por sus dimensiones, a pesar del pequeño tamaño del municipio a día de hoy, la iglesia de Santa María de Wamba aún conserva pinturas medievales, así como varias esculturas del período templario y el enterramiento de la reina Urraca de Portugal, madre de Alfonso IX de León, y que sirvió como freira en la Orden de San Juan de Jerusalén.
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