No hay cocina moderna sin al menos tres electrodomésticos brillando con su pegatina de eficiencia energética. Ahora bien, no todos saben lo que esas letras realmente implican. Porque no, una lavadora con una A++ no significa que sea un regalo para la factura de la luz.
Desde hace años, Europa ha intentado ponernos de acuerdo en cómo medir lo que consumen nuestros electrodomésticos. Sin embargo, las cosas no son tan claras, y hay que estar pendiente de lo que las etiquetas nos dicen y no nos dicen.
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Qué es la etiqueta de eficiencia energética y para qué sirve
La eficiencia energética es un indicador que mide la relación entre el consumo de energía de un aparato y el rendimiento que ofrece. En otras palabras, un dispositivo es eficiente cuando realiza su función utilizando la menor cantidad posible de energía.
Esta medida no solo tiene implicaciones económicas —ya que permite ahorrar en la factura eléctrica—, sino también medioambientales, ya que contribuye a reducir las emisiones de gases contaminantes.
La etiqueta de eficiencia energética es una herramienta visual que ayuda a los consumidores a entender cuánta energía consume un electrodoméstico. En Europa, esta etiqueta clasifica los aparatos desde la letra A (más eficiente) hasta la G (menos eficiente), e incluye información complementaria como el consumo anual estimado, el nivel de ruido o el uso de agua en caso de lavadoras o lavavajillas.
Sirve para tomar decisiones de compra más informadas, aunque es importante leerla con atención, ya que no siempre muestra todo el contexto (como el tamaño o modo de uso del producto).
Cómo leer la etiqueta de eficiencia energética
De hecho, tras tantos años con etiquetas infladas, el mercado se había llenado de aparatos supuestamente eficientes hasta que en 2021, la Unión Europea, eliminió las categorías A+, A++ y A+++, y estableció una nueva escala de la A a la G. La etiqueta A representa la mayor eficiencia, mientras que la G indica la menor.
Esto es en lo que hay que fijarse: primero en el color: del verde oscuro al rojo, la escala es visual. Luego en el consumo energético medio, que aparece en kilovatios hora (kWh) por año. Y por último, en los pictogramas, que indican desde el ruido hasta la capacidad.
Ahora bien: una cosa son las etiquetas y otra muy distinta las condiciones en las que tenemos los electrodomésticos. Los frigoríficos, por ejemplo, tienen en cuenta el volumen útil y su rendimiento en distintas condiciones. Una nevera mal ubicada o con ventilación deficiente puede alterar completamente su eficiencia real.
En lavadoras y lavavajillas se incluye también el consumo de agua. Porque sí, el ahorro energético no siempre va de la mano del ahorro hídrico. Algunas lavadoras con buena letra gastan más agua que una de categoría inferior.

Lo que de verdad significa la etiqueta
Otro detalle clave: la clasificación se hace por modelo, no por tamaño. Dos lavadoras con diferente capacidad pueden tener la misma letra, aunque una consuma mucho más por ciclo completo. Es una cuestión de proporción, no de números brutos.
La etiqueta de eficiencia energética según el electrodoméstico
Esta varía según el tipo de electrodoméstico e incluye información adicional específica para facilitar comparaciones entre modelos. Por ejemplo, en los frigoríficos se detalla la capacidad de refrigeración y congelación en litros y el nivel de ruido.
En las lavadoras, además del nivel de eficiencia, se indica la carga máxima, el consumo de agua por ciclo, la duración del programa eco y la eficacia del centrifugado.
Los lavavajillas aportan datos sobre el consumo energético y de agua del programa eco, el número de cubiertos que admite y el ruido generado durante el funcionamiento.
Otros aparatos como el aire acondicionado muestran información adaptada al uso estacional: consumo anual según la zona climática, potencia de refrigeración y calefacción, y eficacia en frío y calor. Las lavasecadoras desglosan el consumo energético con y sin secado, la duración de ambos ciclos y la capacidad máxima de carga.
En el caso de pantallas y monitores, la etiqueta especifica el consumo en modo HDR, el tamaño en centímetros y pulgadas, y la resolución. Esta personalización de la etiqueta permite tomar decisiones más ajustadas según el uso previsto de cada electrodoméstico.
Así que, antes de dejarse seducir por la etiqueta verde brillante, toca leer la letra pequeña. Porque en un mundo lleno de datos, el verdadero ahorro empieza por entender lo que estamos comprando.
Foto | Freepik, d3images y Alex Qian
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