Durante los meses de calor cualquier actividad no ociosa -y más de una ociosa- se puede volver un suplicio incluso cuando estamos de vacaciones. Por eso cambiamos de hábitos también en algo tan rutinario y necesario como ir a hacer la compra, incluso sin darnos cuenta de forma consciente. Y eso puede llevarnos a cometer algunos errores o comportamientos que hacen más tortuosa la visita al súper o hipermercado de turno.
Quizá no te hayas parado a pensarlo o lo tengas asumido como algo que toca en cuanto llega el calor, pero lo más probable es que, en verano, tus horarios para hacer la compra cambien. Da igual que estés en la ciudad trabajando o en tu destino de veraneo disfrutando de las vacaciones: los consumidores tendemos a evitar las horas centrales del día. Compramos mucho más a primera y última hora.
Lo tienen comprobadísimo las grandes cadenas como Eroski, que en su último Estudio de Hábitos de Consumo en Verano ha identificado las franjas horarias en las que sus clientes acuden más a comprar entre los meses de junio y principios de septiembre, con un clarísimo aumento de la afluencia por la mañana y la noche. Y, sobre todo, descienden notablemente las tardes como elección de los consumidores para comprar.

Esto se debe, lógicamente, a que evitamos las horas del día de más calor, a última hora de la mañana y, sobre todo, las primeras de la tarde, tras la comida del mediodía, esas interminables horas de la siesta cuando, quien puede, se recluye en casa con persianas bajadas y aire acondicionado o ventilador a pleno rendimiento. Un comportamiento que se agudiza si hay ola de calor.
Pero merece la pena hacer el pequeño esfuerzo de ir a comprar en esa franja vespertina, por la tarde, desafiando al calor; las tiendas están en muchos casos prácticamente vacías, te encontrarás mucho más género fresco disponible que a última hora y no hay tanto riesgo de que se hayan gastado tus productos favoritos. Pasillos libres, menos familias con niños y sin colas interminables en la pescadería o carnicería.
Lo ideal es tener el súper cerca de casa para no achicharrarte en el camino de ida y vuelta, o poder acudir en coche para no pisar la calle y disfrutar del aire acondicionado de los comercios. También habrá menos tráfico y el aparcamiento lo tendrás casi entero para ti, con decenas de carritos o cestas para escoger y un personal que aún no tendrá el agotamiento de la larga jornada encima.
Acudir a primerísima hora, en cuanto abren, tampoco es mala idea a priori, pero a nadie le gusta madrugar en vacaciones y es probable que encuentres a más gente que en la hora de la siesta; los jubilados y personas más mayores tienen muchos años de experiencia haciendo la compra a esa hora.
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