La dura vida del blogger gastronómico

La dura vida del blogger gastronómico
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Muchos de mis amigos se piensan que ser blogger gastronómico es vivir la vida loca. De lo que les cuento solo retienen que me voy de viaje aquí o allí, que me invitan a tal o cual evento o que no hago más que catar cervezas, pero no conocen la dura vida del blogger gastronómico.

Con las palabras que leeréis a continuación no quiero que os de la impresión de que no me gusta lo que hago, au contraire, me encanta, desde cocinar recetas hasta probar todo tipo de restaurantes o conocer la gastronomía de otros lugares, pero sí que os hagáis una idea de que no todo son maravillas detrás del espejo, que los blogger gastronómicos sufrimos muchas penas en silencio.

Decálogo de sinsabores del blogger gastronómico

Blogger gastronómico - 2

¡Quieta quieta! ¡No te muevas!

  • Nuestras amistades nos odian cuando salimos a cenar, porque no les dejamos hincarle el diente a ningún plato hasta que no hemos hecho fotos desde veinte ángulos diferentes, con el móvil y con la cámara reflex, incluso puede darse el caso de que hagamos malabarismos con el flash del móvil para intentar conseguir una iluminación decente.

  • (Casi) nunca repetimos una receta, porque siempre estamos probando cosas nuevas. Eso suena bien, pero el hombre es un animal de costumbres, y repetir algún plato de vez en cuando --especialmente los que más nos gusten-- es algo que se agradece.

  • Tardamos el doble en cocinar, porque somos fotógrafos y cocineros al mismo tiempo, y porque conseguir que una masa de hojaldre o un pollo quede bien en cámara antes de cocinarlo no es moco de pavo. No os asustéis si nos veis subidos a un taburete y la olla está en el suelo, el cenital es uno de nuestros ángulos favoritos.

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Esto es algo normal después de cocinar

  • Somos un desastre en la cocina, manchamos cinco platos para ver el que mejor combina con la salsa, utilizamos un tenedor nuevo para cada cosa e invadimos la cocina con mil cacharros. Creedme, fuera del encuadre de la foto se encuentra el mismísimo vórtice de entropía.

  • Comemos frío, porque conseguir la foto adecuada no siempre es cuestión de minutos, y aunque uno prepare el encuadre con antelación, siempre están las mil y una fotos desde otros diferentes "por si acaso", en vertical y en horizontal, desde arriba y desde abajo, enfocado y desenfocado... y eso que nos damos prisa porque oímos como rugen los estómagos de nuestras parejas y/o hijos.

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Es para hoy majete

  • Siempre nos sobra comida, porque hay cosas que quedan mejor si son para un regimiento (un olla con lentejas para dos es muy triste) así que acabamos repartiendo tuppers hasta entre los vecinos, que a veces ya me preguntan qué voy a cocinar mañana por los rellanos, "por organizarse" dicen.

  • Tenemos la despensa de un restaurante, llena de especias de mil y un lugares, pasta de veinte tipos diferentes, latas de todos los colores, harinas de todos los cereales imaginables, aceites, sales, salsas... y poco a poco van invadiendo mi casa, que un día de estos abriré el cajón de los calcetines y me encontraré ahí guardado el aceite.

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En nuestras neveras puede haber hasta flores

  • Donde no hay comida, hay cacharros. Los armarios de mi cocina parecen un muestrario, tengo dos unidades de 200 cacharritos diferentes: salseras, cuencos, vasos, copas, vasitos, soperas, platos, platitos, bandejas, tarros... he visto tiendas con menos variedad y encima es que cada vez que veo algo que me gusta, no consigo resistirme a la tentación.

  • En el mercado nos miran raro. ¿Tienes ricotta? No... ¿y cheddar curado? Ya... ¿brotes de salvia? Me lo imaginaba... ¿entonces mejor no pregunto por las semillas de cilantro no? Si es que el mundo no está hecho para salirse de la norma ni un poquito, que a veces cuesta hasta encontrar col lombarda.

  • Acumulamos libros de recetas. Grandes y pequeños, buenos y malos, en español, inglés o suahili, los queremos todos y aunque formen ya una pila que ríete tu de la torre de Pisa, nunca tendremos suficientes.

Menos mal que luego publicas una receta, te llega un comentario de agradecimiento, una sonrisa se dibuja en tu boca y te olvidas de la dura vida del blogger gastronómico.

Imágenes | California Avocados, YVRBCbro, Gwendolyn Richards, Carol Browne y Elizabeth En Directo al Paladar | Pen & Palate, un delicioso gastronómico blog ilustrado

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