Esta es la mejor forma de dar calidez a un pasillo estrecho sin necesidad de cuadros ni espejos

Una solución discreta, cálida y con más personalidad de la que parece a primera vista

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Joana Costa

Editor

Quien tenga un pasillo estrecho sabe lo poco agradecido que puede ser ese tramo de casa que une habitaciones sin aportar gran cosa. Muchos acaban recurriendo a los recursos de siempre —cuadros o espejos— aunque no siempre encajen en un espacio tan comprimido. Y sin embargo, existe una alternativa sencilla que cambia el ambiente sin ocupar ni un centímetro de más.

Las alfombras pasilleras, esos rectángulos largos y estrechos pensados para zonas de paso, ofrecen un modo práctico de aportar calidez donde normalmente solo hay eco y paredes blancas. 

Ahora bien, su formato alargado permite vestir el suelo sin obstaculizar el tránsito, algo crucial cuando cada milímetro cuenta y no se quiere renunciar a la comodidad.

Lo interesante de este tipo de alfombras es su capacidad para modificar la percepción del espacio. Un tejido bien elegido puede hacer que un pasillo parezca más cohesionado, más amable y menos de tránsito obligado. No es magia, pero su efecto suele notarse en cuanto das los primeros pasos después de colocarla.

Diseños en un solo color

Los modelos disponibles hoy van mucho más allá del clásico tapiz discreto. Se pueden encontrar diseños monocromáticos que encajan en interiores minimalistas, tejidos naturales como el yute que aportan un aire cálido, o estampados geométricos pensados para quienes necesitan un golpe de energía visual sin saturar el ambiente.

Alfombrazul

La elección del material también marca diferencia. La microfibra de alta densidad funciona bien en casas con niños o mascotas porque resiste manchas y pisadas, mientras que opciones de poliéster con respaldo de fieltro garantizan estabilidad en zonas de mucho tránsito. Cada pasillo pide una textura distinta, igual que cada hogar tiene su propio look.

Sin problemas de limpieza

Hay opciones incluso para quienes priorizan la practicidad absoluta. Muchas alfombras pasilleras actuales son lavables a máquina o se limpian simplemente con un paño húmedo, algo que facilita mantener el pasillo a raya sin convertir la limpieza en un proyecto semanal. Una ventaja nada menor si el pasillo es una autopista doméstica.

En viviendas con ambientes más neutros, los tonos tierra pueden añadir un matiz elegante sin imponerse. Según La Vanguardia, estos colores funcionan especialmente bien en pasillos fríos, aportando un toque de calidez que no requiere muebles ni adornos adicionales. Es un gesto sutil, pero suficiente para cambiar la sensación general.

Pano

Bases antideslizantes

Los estampados más clásicos, como los cuadros o los motivos geométricos, también siguen vigentes. Estos aportan estructura visual y ayudan a ordenar un espacio estrecho, algo útil cuando el pasillo es largo y necesita un punto de interés. Además, suelen incorporar bases antideslizantes que evitan sustos en el día a día.

Transformar un pasillo no exige grandes maniobras ni llenar las paredes de adornos. A veces basta con elegir la alfombra adecuada para que ese espacio olvidado gane carácter, calidez y una personalidad inesperada. Un gesto mínimo que cambia por completo cómo se siente el camino entre una habitación y otra.

Foto | Pexels / IA

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