Joana Costa
EditorCada octubre, cuando los escaparates de llenan de tonos empieza el inicio del modo otoño, aunque esto sea algo que cada vez se avanza más y que empieza ya en septiembre con los supermercados llenos de turrones, saltándose varias pantallas.
En cualquier caso, ya a mediados de octubre las calabazas invaden estantes, tazas y hasta servilletas. Pero este año, tiendas como la danesa Tiger ha superado el exceso, y con gracia.
Hay velas con forma de calabaza mini, portavelas con sonrisa recortada, guirnaldas LED y piezas de fieltro que parecen sacadas de un cuento nórdico. Todo a precios de impulso: pequeñas compras que cambian el ánimo de una habitación.
Calabazas que no se marchitan
Tiger tiene decenas de opciones, entre calabazas de cerámica pintadas a mano que duran años, aunque en realidad estén pensadas para no ir más allá de esta temporada.
Estas se venden combinadas con ramas secas y mantas tejidas, crean esa estética hygge que Tiger domina. El que busque opciones, en Tiger las encontrará por montones y diferentes diseños.
No todo es decoración
Algunas versiones decorativas vienen con opciones de pintado a mano, lo que convierte una simple calabaza en una pequeña obra de arte doméstico. No hace falta talento de Bellas Artes: basta un poco de pintura, paciencia y sentido del humor para que el salón parezca sacado de una película de Tim Burton… pero en versión amable.
Incluso hay opciones infantiles para que los más pequeños participen sin que nadie termine con pintura en las cortinas. En Tiger, hasta el miedo parece tener bordes redondeados y sonrisa incluida, con kits que convierten cualquier tarde otoñal en un taller improvisado de Halloween en familia, y platos de fantasmas.
También se pueden encontrar juegos elegantes de cubiertos, platos y vasos con guiños discretos a la noche más terrorífica del año. Porque celebrar Halloween no significa renunciar al estilo: aquí se trata de asustar, pero con clase y una mesa bien puesta.
Las guirnaldas de calabazas se han convertido en un clásico inmediato: ligeras, festivas y fáciles de colgar en cualquier rincón de la casa. Dan ese toque naranja que anuncia que el otoño ha llegado para quedarse, pero sin caer en el exceso de telarañas falsas que luego nadie quiere recoger.
Estas también están disponibles en otros motivos, como los murciélagos. Este tipo de luces suelen combinar luces cálidas y formas redondeadas que, más que miedo, invitan a quedarse a merendar o a pasar la noche más terrorífica del año.
A su lado, los cojines decorativos completan el escenario con un equilibrio perfecto entre lo acogedor y lo temático. Un sofá con cojines bordados de fantasmas y un par de murciélagos colgando discretamente de una estantería pueden transformar un salón corriente en el set de una película familiar de Halloween. No hay sustos, pero sí muchas ganas de quedarse en casa.
Fotos | Tiger
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