Con la llegada del frío, los hogares se cierran, los radiadores se encienden y el aire se vuelve más seco. Todo ello afecta directamente al mobiliario, especialmente a las piezas de madera, cuero o tejidos naturales.
Los expertos en conservación del hogar coinciden en que el otoño y el invierno son las estaciones más delicadas para los muebles, y que basta con unos pequeños gestos para mantenerlos en perfecto estado.
El primer paso es vigilar la humedad ambiental. Los cambios bruscos entre el aire seco del interior y la humedad del exterior pueden provocar que la madera se dilate o se agriete.
Uno de los consejos para esta temporada es mantener la humedad en un término medio, entre el 40 % y el 60 % utilizando humidificadores o simples recipientes con agua colocados cerca de los radiadores. Este equilibrio protege tanto los muebles como la salud respiratoria del hogar contra la sequedad de los radiadores.
El calor, lejos
La temperatura también influye. Los muebles deben situarse lejos de las fuentes directas de calor, como estufas, chimeneas o radiadores. El exceso de calor puede deformar las superficies, alterar los barnices y decolorar los tejidos. Lo recomendable es dejar al menos medio metro de distancia entre los muebles y los puntos de calor para evitar daños a largo plazo.
Eliminar el polvo
La limpieza es otro aspecto clave durante el invierno. El polvo se acumula más rápidamente debido al aire seco y cerrado, por lo que conviene limpiar con regularidad utilizando productos suaves. Para la madera, los aceites o ceras naturales son una opción segura que ayuda a mantener su hidratación. Los muebles lacados o pintados, en cambio, deben limpiarse solo con un paño ligeramente humedecido para no dañar la superficie.
Aspirar los tapizados
En el caso de los tapizados, el reto es mantenerlos frescos sin que acumulen humedad ni malos olores. Los expertos recomiendan aspirarlos una vez a la semana y ventilar las habitaciones durante las horas más cálidas del día. Además, cubrir los sofás y sillones con mantas de algodón o fundas transpirables protege los tejidos del polvo y de la fricción constante.
Muebles metálicos
Los muebles metálicos, aunque más resistentes, también requieren cuidados específicos. En ambientes cerrados pueden aparecer manchas de óxido o pérdida de brillo. Aplicar productos antioxidantes o una fina capa de cera neutra puede prevenir estos problemas. En cambio, los muebles de cristal solo necesitan una limpieza frecuente con productos sin alcohol, para evitar que las bajas temperaturas generen microfisuras.
Cuidado con el sol directo
La iluminación natural también desempeña un papel importante. Aunque el sol del invierno parece más débil, sus rayos siguen afectando los colores y los acabados. Mantener las cortinas abiertas durante las horas de luz mejora el ambiente, pero conviene proteger las piezas más delicadas con visillos o cortinas finas que filtren la radiación directa.
Otro consejo útil en este terreno es rotar los muebles o los objetos decorativos de posición de vez en cuando. Este gesto, aunque pequeño, ayuda a que los materiales se desgasten de manera uniforme y evita que ciertas zonas del mobiliario reciban calor o luz excesiva durante meses.
En realidad, el mejor mantenimiento es la observación. Revisar cada cierto tiempo el estado de las juntas, los herrajes y las superficies permite detectar a tiempo señales de deterioro y actuar antes de que se agraven. En otoño e invierno, el mobiliario necesita tanta atención como el propio confort del hogar. Unos cuidados sencillos garantizan que los muebles no solo duren más, sino que mantengan su belleza intacta durante muchos años.
Foto | IA
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