Contra lo que pueda parecer, en el mes de junio no es tarde para plantar. De hecho, es el momento ideal para quienes llegan tarde a todo, también al huerto urbano. El calor ya se ha instalado, las noches son suaves y las plantas agradecen ese arranque sin sobresaltos. Además, muchas de las hortalizas típicas del verano aún pueden sembrarse sin problema.
No hace falta jardín, ni herramientas profesionales. Con una terraza orientada al sol, un par de jardineras grandes y algo de paciencia, es posible cultivar tus propias verduras. No se trata de competir con un agricultor, sino de tener tomates que saben a tomate y ensaladas con algo sembrado por ti.
Tomates cherry
Los tomates cherry son una excelente opción para iniciarse. Son resistentes, crecen bien en macetas y ofrecen frutos en pocas semanas. Solo piden sol directo, riego constante pero sin excesos, y un tutor que les ayude a mantenerse erguidos cuando empiecen a cargar peso. Cuanto más alta la maceta (mínimo 30 cm), mejor desarrollan las raíces.
Pimientos
El pimiento es otro clásico del verano que puedes plantar aún en junio. Prefiere temperaturas cálidas constantes y una tierra bien aireada. Su crecimiento es lento al principio, pero constante. Las flores blancas son la antesala de un cultivo que puede prolongarse hasta bien entrado septiembre si el clima lo permite.
Pepinos
Igualmente, el pepino es una opción. Este necesita algo más de espacio horizontal, por lo que lo ideal es cultivarlo en una jardinera amplia. A cambio, produce frutos rápidamente y su sombra natural puede beneficiar a otras plantas más delicadas. Le gusta la humedad constante, pero no el encharcamiento, así que un buen drenaje es clave para evitar hongos.
Calabacines
Si tienes algo más de espacio o un pequeño jardín, el calabacín es una apuesta casi segura. Crece deprisa, da abundante fruto y sus flores también son comestibles. Eso sí, necesita más espacio para expandirse y una tierra rica en nutrientes. Pero incluso en una maceta grande se puede adaptar, siempre que reciba muchas horas de sol.
Para empezar, basta con planteles (para ganar tiempo), sustrato universal enriquecido y algo de atención cada dos o tres días. Observar el crecimiento es parte del proceso. No todo germina, pero todo enseña. Y ver una planta desarrollarse desde la semilla tiene un efecto terapéutico que ninguna aplicación puede replicar.
Junio es, en definitiva, un mes amable para cultivar. Sin las prisas de abril ni los rigores de agosto, permite una cosecha razonable en julio y agosto. Un pequeño experimento que cabe en cualquier balcón y que, además de alimento, da satisfacción. Porque no hay nada como cortar un tomate que creció a la vista de tu ventana.
Foto | Helena Lopes
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