Jaime de las Heras
Editor SeniorEl concepto canapé está íntimamente relacionado a tres acontecimientos fundamentales: las bodas, las cenas de Navidad y los eventos de prensa, sirviendo como preámbulo gastronómico a lo que nos espera con los primeros platos y los principales.
En los canapés, desde hace ya unos cuantos años, elevamos al nivel de delicatessen al salmón ahumado, un producto que vive su momento de más eclosión en Navidad, y también a los sucedáneos de caviar, multiplicando huevas de pescado –y otras invenciones que las imitan– en nuestras mesas en un canapé salino y casi infalible: pan, mantequilla, salmón y huevas.
Sin embargo, a ti, a mi y al vecino del sexto seguro que más de una vez te ha pasado algo recurrente con este tipo de canapés: las huevas han acabado desparramándose, a pesar de tu buena intención de poner el canapé bonito en la bandeja o en el plato.
Y sí, tenemos un culpable, el salmón ahumado. Por eso, si quieres evitar que estas navidades se desparramen las huevas de pescado por tus platos, deslizándose desde las lonchas de salmón y aterrizando en el mantel, dejando allí el delator cerco negro, puedes remediarlo.
Tan solo hay que invertir el orden de los factores. Las huevas de pescado no se adhieren al salmón, sino que tienden a patinar. Todo lo contrario si cambiamos la forma de montar los clásicos canapés de salmón y huevas de pescado.
Pon primero la mantequilla, las huevas sobre ella –que permitirá que queden bien fijas– y, sobre ellas, el salmón. De esta forma, ahorrarás patinazos con tus canapés. Otra fórmula, aunque ya eleva la grasa presente en el bocado, es que utilices un poco más de mantequilla sobre el salmón y allí coloques las huevas que, gracias a la mantequilla, permanecerán adheridas sin volcar.
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