Nada apetece más cuando ya el tiempo empieza a refrescar que un buen guiso casero, y no hay que complicarse mucho la vida para cocinarlo en casa. Los guisos de pollo gustan a toda la familia y son más rápidos que las recetas con otras carnes; solo necesitamos emparejarlo con un ingrediente bien potente que sea la base del sabor del plato. Abre el cajón de las especias, es hora de sacar a relucir el pimentón.
Pimentón de La Vera o pimentón de Murcia, puedes usar el que quieras, incluso combinar variedades ahumadas con dulces, agridulces o picantes. Mientras sea fresco y tenga mucho aroma -nada de pimentones caducadísimos, rancios o insípidos, por favor-, este guiso de pollo paprika te quedará de lujo.
Pero vamos a hacer una variante más sencilla con solo cuatro ingredientes, tomando la idea que aprendimos de Kenji J. López hace un tiempo. Una versión del típico csirkepaprikás húngaro, que recuerda también al goulash de ternera, más simple, fácil y rápida.
Solo tienes que pochar una cebolla cortada en juliana o picada fina y añadirle una buena cantidad del pimentón que quieras -entre cuatro y seis cucharaditas, o 1/4 de taza, según la intensidad-. Remueve bien con el fuego medio-bajo para que no se te queme, y pasado un minuto ya puedes echar el pollo salpimentado. Sirve cualquier pieza, pero recomendamos que tengan hueso y piel, para más sabor; si usas pechugas troceadas, se hará antes.
Remueve bien, baja el fuego al mínimo y tapa la cazuela, dejando que el pollo se cocine hasta que no esté crudo por dentro -30-44 minutos-. Ahora separa la carne y vierte toda la salsa en un vaso medidor. Retira el exceso de grasa que se quedará en la superficie, y añade agua o caldo, si hace falta, hasta que tengas unos 350 ml de líquido. Devuelve la salsa a la cazuela, echa 120 ml de yogur natural, crema agria, crème fraîche o nata líquida, mezcla y reincorpora el pollo, dejando que se cubra bien con la salsa. Y listo.
Cebolla, pimentón, pollo y yogur o nata, no hace falta nada más. Bueno, añadiendo con los básicos de despensa de aceite de oliva, sal y pimienta, pero estos ingredientes deberían estar siempre en cualquier cocina.
Sírvelo con arroz blanco, alguna pasta larga o puré de patatas, y tienes una comida completa. Aunque solo con buen pan para mojar ya te quedarás más que a gusto.