En las últimas fiestas mi madre añadió una sepia a su cazuela de marisco y me di cuenta de que hacía mucho tiempo que no comía este cefalópodo. Casi siempre lo limitamos a la tapa del bar o a algún arroz marinero, y eso que nos gusta mucho en casa. Con esta sencilla receta de sepia al horno con patatas la voy a incorporar más a nuestros menús cotidianos.
Lo más cómodo es partir de sepias ya limpias, incluso podemos usar congeladas de buena calidad sin problema. Con la sepia solo hay que vigilar el tiempo de cocción para que no quede dura y seca, así que solo habrá que ajustar los tiempos dependiendo del tamaño de los ejemplares y de las piezas en las que los troceemos. Y si no te apetece encender el horno, las papas con choco o sepia con patatas guisadas al estilo andaluz es otro platazo.
Precalentar el horno a 200ºC y engrasar con un chorrito de aceite de oliva virgen extra el fondo de una fuente adecuada para hornear. Lavar, pelar y cortar en rodajas las patatas, no demasiado gruesas. Pelar la cebolla y cortar en juliana; pelar y laminar los dientes de ajo.
Cubrir la fuente con la cebolla, repartir las patatas y los ajos y salpimentar. Añadir también pimentón al gusto, un poco de tomillo y agregar un poco más de aceite y un chorrito ligero de vino blanco. Hornear 10-15 minutos.
Mientras tanto limpiar la sepia si fuera necesario. Secar con papel de cocina y cortar en trozos de más o menos el mismo tamaño. Salpimentar. Cuando las patatas empiecen a estar asadas, repartir la sepia por encima y regar con zumo de limón al gusto, otro chorro de aceite y casi todo el vino.
Hornear durante unos 20-30 minutos, o más si los trozos de sepia fueran muy grandes o gruesos. Comprobar el punto para no pasarnos, y añadir más vino o agua si fuera quedando muy seca. Servir con un poco de tomillo o perejil y limón cortado.
Con qué acompañar la sepia al horno
Los asados como esta sepia al horno con patatas son platos muy completos, que podemos acompañar con una sencilla ensalada o con una crema de verduras ligera. Recomiendo añadir buen pan a la mesa y, si somos de vino, aprovechar la botella abierta para maridar la comida.
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