Puede pasar de encontrar zanahorias con pequeñas grietas o hendiduras al comprarlas en el supermercado. A primera vista, estas imperfecciones pueden generar dudas sobre el estado del vegetal. ¿Deberíamos desecharlas? La respuesta corta es que, en la mayoría de los casos, estas zanahorias son perfectamente comestibles, ideales para preparar ensaladas crudiveganas, cremas e incluso deliciosos palitos especiados en la freidora de aire a modo de guarnición.
Las zanahorias agrietadas o partidas suelen ser el resultado de un crecimiento irregular. Esto ocurre, por ejemplo, cuando después de un período de sequía la planta recibe un exceso de agua de golpe, ya sea por una lluvia intensa o por un riego excesivo. Este repentino aumento de humedad hace que la zanahoria se hinche más rápido de lo que su piel puede estirarse, causando que se parta. Además del riego, factores como el tipo de suelo, la temperatura e incluso la variedad de zanahoria pueden influir en este proceso.
La buena noticia es que las zanahorias con grietas son perfectamente seguras para comer, siempre y cuando las inspecciones cuidadosamente. Si las grietas no son resbaladizas, oscuras, ni tienen moho, son aptas para el consumo. Sin embargo, dado que las grietas pueden ser un punto de entrada para bacterias y hongos, se recomienda limpiar la zanahoria a fondo y cortar las áreas más afectadas o descoloridas antes.
Si la zanahoria está blanda, pegajosa, tiene manchas oscuras o huele mal, es mejor desecharla, ya que estos son signos de que se ha echado a perder y su consumo podría generar malestar estomacal.
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