“Menos plato y más zapato”. ¿Es este el único secreto para adelgazar? Desde luego, comer menos y hacer ejercicio es clave para perder peso –quizás más lo primero que lo segundo–, pero cuando reducimos el enorme problema que supone la obesidad en el mundo desarrollado a una falta de voluntad de las personas gordas cometemos un enorme error.
Txaber Allué, más conocido como El cocinero fiel, se ha ganado un buen rapapolvo en redes después de publicar un tuit en el que decía, en realidad, lo que muchos piensan: que los gordos molestan.
Gente, esto de la playa empieza a ser desconcertante. Estáis muy gordos/as. Menos azúcar y menos carbohidratos. No es tan difícil. Sobre todo, menos azúcar. Un poco de responsabilidad, que la sanidad la pagamos todos. Y no es por la estética de la cosa. Es por dentro el tema.
— Txaber Allué (@elcocinerofiel) 3 de julio de 2018
Dice que “no es por la estética la cosa”, pero se ha dado cuenta de que hay muchos gordos cuando estaba en la playa, viendo sus carnes lozanas al viento. Quizás no ha visto a los gordos en el metro, en la calle o en los colegios. Pero los hay. A montones.
La tasa de obesidad se ha duplicado en España en los últimos 20 años
En algo tiene razón Allúe: estamos muy gordos. La tasa de obesidad se ha duplicado en España en los últimos 20 años y se estima que más de la mitad de las personas adultas -el 53 %- está por encima de su peso. En el caso de los niños, el 12 % padece sobrepeso y el 14 % obesidad.
Según estos datos podemos inferir que, probablemente, la mitad de los veraneantes de la playa en la que, suponemos, Allué ha escrito su tuit, eran gordos. Pero todo depende de a que playa fuera. Y es que no hay los mismos gordos en Santander o San Sebastián que en Benidorm, y no digamos en Cádiz, donde hay todavía más. Y no es porque los gaditanos se harten azúcar y pasen de correr. No es porque sean irresponsables. Es porque son más pobres.
La gordofobía no ayuda
Según un estudio de la Sociedad Española de Cardiología, las tasas de obesidad más elevadas de España se dan en Asturias, Galicia y Andalucía. Las menores se registran en Baleares, Cataluña y el País vasco. Son, respectivamente, algunas de las comunidades con menor y mayor PIB per cápita.
Los candidatos obesos tienen la mitad de posibilidades de obtener una entrevista de trabajo
No es una conclusión a la que haya llegado como por arte de magia: los especialistas en salud pública llevan alertando décadas de los condicionantes socioeconómicos de la obesidad. También en España. Un estudio de 2010 de la Universidad de Alicante publicado en la revista Medicina Clínica llegaba a la conclusión de que existe una interacción entre obesidad y clase social, que afecta de especial forma a las mujeres.
Las personas obesas sufren además una discriminación que lejos de ayudarles a solucionar su problema lo empeora. Una discriminación que tiene un nombre: gordofobia. El Observatorio de la Discriminación de la Sorbona reveló en 2005 que los candidatos obesos tienen la mitad de posibilidades de obtener una entrevista de trabajo; tres veces menos de posibilidades para puestos de cara al público.
Pero, pese a estas evidencias, es mejor pensar que si alguien está parado es porque es un vago y si está gordo es porque come demasiado y no hace ejercicio. Se trata, claro, de una opinión interesada sobre todo para las personas delgadas (lo sepan o no) que son, también, las que tienen mayor renta, mejor salud, y no les interesa dar más dinero a la Seguridad Social, porque probablemente tienen un seguro privado.
Como apuntaba en un artículo reciente Martin Cohen, investigador de la Universidad de Hertfordshire, la obesidad, en efecto, supone una enorme presión para los servicios de salud, pero la respuesta de los gobiernos en los países desarrollados no va más allá de recriminar a los niños cuando comen demasiados dulces. Y la realidad es que esto, como el mensaje de Allúe, sirve de muy poco.
La obesidad es un problema multifactorial y sus condicionantes sociales no pueden ser obviados, máxime cuando existe una relación más que demostrada entre la epidemia de sobrepeso y la desigualdad social.
Lo trágico, como apunta Cohen, es que la obesidad se suele tratar como un problema y una responsabilidad a nivel individual o familiar y no como un problema social, como cuando hablamos del fracaso escolar o la delincuencia. El tuit de Allúe puede ser desafortunado, por políticamente incorrecto, pero responde a lo que piensa la mayoría de la población, incluida buena parte de las autoridades sanitarias, que creen que van a resolver el problema de la obesidad con una frase que anima a “seguir hábitos de vida saludable” en un anuncio de batidos repletos de azúcar o montando carreras populares.
La causa de la obesidad es la pobreza
¿Por qué las personas más pobres se alimenten de forma menos saludable? Hay muchas explicaciones, y no hace falta ser un lince para dar con ellas.
Para las personas con estudios primarios la tasa de obesidad alcanza el 18,4 %, el porcentaje baja hasta el 8,8 % para aquellas con estudios universitarios
Las personas de nivel socioeconómico más alto tienen en general una mejor educación y, por tanto, más información sobre en qué consiste en realidad una dieta saludable. Saben, por ejemplo, la cantidad de azúcar añadido que llevan los alimentos procesados o que no se puede comer pasta y arroz todos los días, alimentos que son, sorpresa, los más baratos y fáciles de cocinar. De nuevo hay datos que corroboran esto: según el último Eurostat mientras que para las personas con estudios primarios la tasa de obesidad alcanza el 18,4 %, el porcentaje baja hasta el 8,8 % para aquellas con estudios universitarios.
Otro estudio reciente de la Asociación para la Investigación de Medios de Comunicación, indica que a menor nivel socioeconómico más se ve la tele, pero menos se escucha la radio, se leen diarios o se navega por internet. No es que toda la información que se da en la tele sea de menor calidad, pero el bombardeo de anuncios de productos de alimentación poco recomendables es infinitamente superior al del resto de medios.
Es muy fácil dar sermones en Twitter sobre lo bueno que es correr y lo malos que son los carbohidratos refinados, pero, estadísticamente, es probable que este artículo, como cualquier otro, lo lea un porcentaje de personas obesas menor que la media.
La población con mayor proporción de obesidad está en otra parte: buscando trabajo o compaginando varios, comprando platos precocinados porque no tiene tiempo para cocinar, zampándose una hamburguesa mientras ve el Mundial o, quizás, jodiendo el día de playa a los influencers.
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