La sal debe ser el único ingrediente común entre la mayor parte de los platos que elaboramos, por ello, es un agregado que no debemos pasar por alto. Hoy dedicamos unas líneas a los diferentes tipos de sal y te contamos cuál elegir para obtener platos saludables.
Un repaso por los diferentes tipos de sal
Hay una gran diversidad de sales a nuestra disposición y ya hemos hablado de algunos de ellos con anterioridad, pero hoy, hacemos un repaso por los diferentes tipos de sal que podemos encontrar en el mercado y así, descubrir un poco más sus características y sus potenciales efectos sobre la salud del organismo.
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Sal de mesa: es la sal de mesa más popular, la que la mayor parte de nosotros utiliza. Deriva de un proceso de refinamiento responsable de que aporte un 95% a 99% de cloruro de sodio. Pero en menores proporciones, la sal contiene magnesio, yodo y calcio.
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Sal marina o sal de mar: es la derivada de la evaporación del agua de mar sin refinar. Con frecuencia se cree que tiene características diferentes de la sal de mesa y la realidad es que si bien contiene un porcentaje mejor de cloruro de sodio (86%), y más minerales extra, no destaca considerablemente por sus nutrientes.
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Flor de sal: es uno de los tipos más delicados y costosos, ya que se recolecta su formato natural sin adicionar ni procesar nada. A diferencia de las anteriores, posee mayor cantidad de yodo natural en su composición.
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Sal de guérande: es de color gris, sus cristales son de mediano tamaño y no contiene aditivos industriales. Tiene un contenido mayor en oligoelementos tales como yodo, magnesio, cobre y otros.
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Sal negra: es un tipo de sal poco refinado, de aroma y sabor intenso. Tiene un color negro característico y nutrientes semejantes a la anterior.
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Sal glutamato monosódica: si bien es insípida por sí sola, potencia mucho el sabor de otros elementos y por ello se usa ampliamente a nivel industrial. Puede generar alergias y hasta se ha hablado, sin pruebas contundentes hasta el momento, de adicción a este ingrediente a causa de ser un gran resaltador de sabor.
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Sales aromatizadas: encontramos sal de ajo, de cebolla, de apio, entre otras, que no son más que la misma sal a la cual se le añade sabor y aroma de determinados ingredientes.
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Sal yodada: es la sal enriquecida con yodo. Se le añade este elemento para contribuir a la prevención de enfermedades por déficit de yodo, como hipotiroidismo, bocio o cretinismo.
Como podemos ver, hay muchos tipos de sal disponibles en el mercado y la mayor parte de ellas, sólo difieren en sus características organolépticas, es decir, en su aroma, color, textura y sabor, pero en realidad, los nutrientes que las sales poseen son muy semejantes entre unas y otras.
Las sales como parte de platos saludables
La sal, al estar compuesta por un 40% de sodio, es un ingrediente no tan malo como parece, pues el sodio es un mineral necesario en nuestro cuerpo para que sus funciones se desarrollen con normalidad. Sin embargo, con un mínimo de 1,2 gramos de sal ya serían suficientes para cubrir la ingesta mínima recomendada de sodio de 500 mg diarios.
No obstante, el sodio no sólo se encuentra en la sal, sino que en muchos alimentos se presenta de forma natural y mediante ellos ingresa a nuestro cuerpo.
Además, no podemos dejar recordar que la Organización Mundial de la Salud recomienda un consumo de sal máximo de 5 gramos por día, cuando según datos de la AESAN, consumimos cerca del doble de dicha cantidad.
Entonces, teniendo en cuenta que el exceso de sodio se asocia a problemas para la salud del organismo, ninguna de las sales antes dichas son recomendables en exceso, sino que en todos los casos debemos procurar un consumo moderado.
Sin embargo, las sales cuya composición presenten una mayor cantidad de micronutrientes además del sodio siempre son de preferencia porque contribuyen con otros elementos valiosos para la salud. Así, las sales con menor grado de refinamiento o sin refinar, tal como la sal gris o de guérande o sal marina sin refinar, son mejores opciones por contener más minerales.
Por otro lado, encontramos sustitutos a la sal como cloruros de potasio o magnesio, que no son sales como tal y por ello, no tienen sodio, pero también debemos ser cuidadosos en su uso, pues no tienen igual gusto que las sales y además, pueden ser contraindicadas en casos de problemas renales.
Lo mejor siempre es escoger la mejor sal para saborizar y dar textura o color a la receta, pero no olvidar que si tiene más nutrientes es mejor y que nunca debemos abusar de ellas, pues el sodio en exceso en nada contribuye a lograr platos saludables.
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