Todos conocéis la sensación: de pronto recaemos en ese paquete de comida que un día guardamos, y que sin saber muy bien porqué cayó en el olvido. Sabemos lo que vamos a encontrar y aún así lo abrimos, separando la cara con la esperanza de que el asco sea menos, pero no, allí está, quizá verde, quizá blanco, seguro podrido e incomestible. Para llegar hasta ahí la comida ha seguido un proceso que no vemos, pero que a la vista de este time-lapse, es espectacular.
En él vemos cómo unos platos con comida a temperatura ambiente se pudren durante 12 días. La contemplación de la escena produce repulsión y asombro a partes iguales (aviso para navegantes) y añade un elemento con el que no contábamos: el movimiento, pues durante los días en los que la cámara enfoca la comida, esta se mueve en algunos casos. Sin embargo, el pan de molde permanece impasible sobre su plato, quieto como un Don Tancredo, mucho más discreto en su degradación.
Pasen y vean, si su sensibilidad se lo permite, la escena. Seguro que después de esto cuidamos más los alimentos que guardamos, no sea que dentro del frigorífico se monte una rebelión. Yo ya estoy en ello.
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