Como sede de la Copa Mundial de Fútbol de 2034 están resurgiendo rumores de que Arabia Saudí podría levantar el veto a las bebidas alcohólicas que mantiene desde 1952. Rumores desmentidos oficialmente por las autoridades de un país que, sin embargo, sí parece estar dispuesto un mayor aperturismo de cara a atraer turismo e inversores. Porque en realidad sí se puede comprar alcohol en Arabia Saudita; con la condición de que seas rico.
Riad mantiene por el momento el único local que tiene a la venta bebidas alcohólicas, un comercio abierto, en principio, solo como gesto cordial dirigido a diplomáticos extranjeros. La tienda, situada estratégicamente en el distrito diplomático de la ciudad, es conocida popularmente entre la población como un "búnker alcohólico", aunque ahora está empezando a admitir a más clientes.
Según informa el medio estadounidense Bloomerg, los residentes en Arabia Saudí no musulmanes que puedan demostrar unos ingresos mensuales de 50.000 riales (unos 11.455 euros), tendrán derecho también a comprar alcohol en las tiendas abiertas para ello. Solo será necesario demostrarlo enseñando un certificado de salario para poder acceder a la licorería y, según algunas fuentes a las que Bloomerg ha tenido acceso, también hay en marcha un sistema de compras mensual de deducción por puntos.
Este movimiento coincide con un reciente reportaje elaborado por Reuters en el que varias fuentes afirman que se están construyendo nuevas tiendas en el país para la venta de alcohol, especificando siempre que están dirigidas a clientes no musulmanes.
La ley coránica de su religión prohíbe el consumo de cualquier tipo de bebida alcohólica a los musulmanes; Arabia Saudí llevó este precepto religioso a la legislación oficial al regir sus políticas bajo normas religiosas fundamentalistas. En 1952, el rey Ibn Saud vetaba el alcohol bajo ley a todos los residentes del país, fueran o no saudíes o musulmanes, tras un incidente que implicaba a uno de sus hijos con una borrachera.
Pero han pasado varias décadas y Arabia Saudita necesita cada vez más relacionarse con extranjeros y con países occidentales y asiáticos. Atraer capital extranjero para inversiones y el turismo es clave si quiere convertirse en un estado competitivo para los negocios, y para ello parecen dispuestos a reformar sus estrictas normas, al menos con quien se los pueda pagar.
Sigue siendo poco probable, al menos por el momento, que los aficionados que viajen en 2034 a animar a sus selecciones puedan celebrar las victorias o ahogar las penas con alcohol. Salvo que sean ricos, claro.
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