Por qué en España llamamos Brujas a la ciudad belga de Brugge: no tiene nada que ver con las hechiceras, si no con sus puentes

Uno de los destinos más visitados de Bélgica tiene una toponimia curiosa para el hispanohablante

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Jaime de las Heras

Editor Senior
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Jaime de las Heras

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En muchas ocasiones, los nombres de ciudades nos hacen levantar una ceja, sonreír o incluso preguntarnos si estamos entendiendo bien lo que leemos. Eso ocurre especialmente cuando una palabra familiar en nuestro idioma tiene un significado muy diferente en otro contexto. 

En España, uno de los ejemplos más curiosos es el de la ciudad belga de Brujas. No tiene brujas, ni hechizos, ni nada que ver con cuentos de magia. Sin embargo, la asociación es inevitable para cualquier hispanohablante. 

Cuando oímos Brujas, lo primero que imaginamos son sombreros puntiagudos y escobas voladoras, pero nada más lejos de la realidad. La ciudad flamenca de Brugge, como se llama originalmente, ha llegado a nosotros con una traducción sonora, pero no mágica.

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Esta confusión toponímica tiene una explicación bastante clara, aunque proviene de un origen etimológico antiguo que ha sido interpretado de diversas formas a lo largo de la historia. Para empezar, hay que situarnos. Brugge es la capital de la provincia de Flandes Occidental, en Bélgica, y es una de las ciudades medievales mejor conservadas de Europa. 

Sus canales, su arquitectura gótica y su aire de ciudad detenida en el tiempo la han convertido en un destino turístico destacado, casi obligatorio para quienes visitan el país. Pero volvamos al nombre. ¿Por qué en español se llama Brujas?

Visit Bruges C Jan Darthet Sitio de Old St. John / vista de la torre de la Iglesia de Nuestra Señora. Visit Bruges | © Jan Darthet

El nombre original en neerlandés, Brugge, no tiene relación alguna con hechicería. Tampoco es una palabra que tenga un doble sentido en su lengua original. Brugge, según los estudios toponímicos, proviene del antiguo término germánico *brugjō o del nórdico antiguo *bryggja, ambos relacionados con los puentes o embarcaderos. Esto tiene todo el sentido si pensamos en la geografía de la ciudad. 

Brugge fue un importante puerto comercial en la Edad Media, conectado con el mar del Norte gracias a una red de canales y al río Zwin, hoy casi desaparecido por la sedimentación. Esa ubicación estratégica hizo que Brugge prosperara como centro de comercio y que su nombre estuviera ligado a su infraestructura portuaria.

Así, Brugge significa, de forma muy simple, puentes o muelles. No es una ciudad de brujas, sino una ciudad de puentes, lo que cuadra perfectamente con su fisonomía. Aún hoy, pasear por ella es encontrarse con puentes antiguos que cruzan los canales que atraviesan su casco histórico. 

Navegando Por Los Canales Visit Bruges C Jan Darthet Navegando por los canales. Visit Bruges | © Jan Darthet.

La confusión con la palabra española brujas viene de una adaptación fonética que no tuvo en cuenta el sentido original del nombre. Cuando el español se enfrentó a ese Brugge escrito y pronunciado en flamenco, con su sonido gutural y su ortografía peculiar, probablemente la solución más fácil fue aproximarse a cómo sonaba para un oído castellano. Y esa sonoridad llevó a Brujas, seguramente del francés Bruges.

Este fenómeno no es único. Ocurre en muchos otros casos donde los nombres se adaptan según la fonética de la lengua que los recibe. Por ejemplo, Londres es London, Múnich es München, y Florencia es Firenze. Pero en el caso de Brujas, el efecto es más curioso porque en español tiene un significado cargado de connotaciones que no tienen ninguna relación con la ciudad. 

Vista Nocturna De Rozenhoedkaai Vista nocturna de Rozenhoedkaai. ©Visit Bruges | © Jan Darthet.

Brugge fue mencionada ya en documentos del siglo IX como Brugga o Bruggia, siempre con esa raíz relacionada con puentes. El nombre fue evolucionando junto con la ciudad, pero siempre conservó su conexión con el agua, los puertos y las estructuras que permiten cruzarlos. El cambio a Brujas no tuvo nada que ver con una traducción semántica, sino con una adaptación sonora que acabó generando una curiosa coincidencia.

En definitiva, cuando en España decimos que queremos ir a Brujas, lo que realmente estamos diciendo es que queremos visitar una de las ciudades más encantadoras de Europa, aunque el nombre nos lleve a pensar en calderos y hechizos

Irónicamente, lo más mágico que tiene esta ciudad no tiene nada que ver con brujería, sino con su belleza medieval, sus calles adoquinadas, sus canales tranquilos y sus atardeceres reflejados en el agua. Así que la próxima vez que hables de Brujas, recuerda que el único embrujo real es el que sientes al caminar por sus puentes.

Imágenes | Visit Bruges

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