Si compras así en Navidad, los empleados del súper pueden llegar a odiarte

Son pequeños gestos cotidianos que, en épocas de gran estrés, generan un desgaste emocional en el sector

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Joana Costa

Editor

Pocos trabajos están tan expuestos al trato diario con el público y sus modales como el de supermercado. Además, diciembre convierte el supermercado en un pequeño campo de batalla cotidiano. Carritos llenos hasta arriba, listas interminables, prisas de última hora y la sensación compartida de que falta algo, aunque todavía no se sepa el qué. 

En ese contexto, la compra deja de ser rutina y pasa a ser supervivencia, casi trinchera. Las compras navideñas tienen esa mezcla de urgencia y despiste que multiplica los errores. Se entra a por cuatro cosas y se sale con el reloj en contra, la cabeza en la cena del día 24 y poca paciencia para pensar en nada más. 

Y ahí, en ese caos más o menos asumido, es donde ciertos comportamientos se repiten como un déjà vu para quienes trabajan entre pasillos durante todo el año. Como ilustran creadores de contenido como @familie_kublik, empleados del sector son víctimas de gestos muy concretos que, repetidos durante jornadas maratonianas, acaban quemando más que una cola infinita en caja. 

No se trata de grandes gestos ni de acciones épicas, sino pequeñas desconsideraciones muy habituales en estas fechas que ponen el dedo en la llaga allí donde más duele en días muy complicados para quienes trabajan cara al público.

Las botellas y con la etiqueta visible

Uno de los clásicos es cómo se dejan las latas y botellas. Colocarlas de pie, boca abajo o en cualquier posición menos tumbadas con el código de barras visible obliga a recolocarlas una a una. Puede parecer una tontería, pero en días de alto volumen de reposición, ese detalle suma minutos y cansancio.

Coger los productos del fondo

Otro comportamiento frecuente es coger siempre el producto del fondo para ganar días de caducidad. En algunos casos la diferencia es mínima o irrelevante, mucho menos en los días de compras navideñas que hay tanta rotación de stock y tanto consumo inmediato del producto, pero el resultado es el mismo: estanterías desordenadas y productos mal colocados que alguien tendrá que reorganizar después, normalmente a contrarreloj.

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Abrir cajas y abandonarlas

También está quien abre o desenvuelve un producto para verlo mejor, comprobar el tamaño o tocarlo, y luego se lleva el que está perfectamente cerrado, aunque sea para él. El abierto queda inutilizado para la venta, aunque esté en perfecto estado, y acaba generando pérdidas que no siempre se perciben desde fuera.

Abandonar productos

Y, por último, uno de los gestos que más desespera en Navidad (y todo el año): dejar productos fuera de su sitio porque ya no se quieren. A veces es una caja de turrones en el pasillo equivocado; otras, algo peor, como yogures o carne abandonados fuera de la nevera. No solo es desorden: es comida que se estropea y va directa a la basura.

@familie_kublik

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Son acciones pequeñas, casi automáticas, amplificadas por el estrés típico de estas fechas. Para quien empuja el carrito son segundos; para quien trabaja allí, se repiten cientos de veces al día. La compra navideña seguirá siendo caótica, pero ciertos gestos marcan la diferencia entre quienes saben comportarse y los que no tienen ningún civismo, tampoco en el super.

Foto | Pexels, ChatGPT/IA, y @familie_kublik

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