Desde hace siglos, el ser humano ha domesticado a un buen puñado de especies, convirtiéndolas en aliadas, posibilitando que nuestros ancestros salieran del nomadismo y la caza para acabar formando poblaciones y aceptando el sedentarismo como forma de vida, evolucionando así del Paleolítico al Neolítico, donde la ganadería y la agricultura marcaron nuestro sino como especie.
Aves, cerdos, vacas, ovejas, cabras, caballos, pero también perros, gatos, camellos, alpacas, búfalos o yaks forman parte de la retahíla de especies que hemos domesticado. Otras, a pesar de no estar domesticadas sensu stricto, sí conviven con nosotros o, cuanto menos, hacemos uso de ellas y tienen un lugar común: el agua.
La acuicultura, la cual ha sufrido un gran cambio en algo más de medio siglo, ha permitido que nuestra dependencia de la pesca salvaje se vaya reduciendo paulatinamente, ofreciendo soluciones alimenticias –y gastronómicas– que van desde las lubinas y las doradas hasta los mejillones, las ostras o nuestras protagonistas de hoy, las gambas o, mejor dicho, gambas y langostinos.
Los crustáceos, líderes de la acuicultura mundial
Lo que quizá no sepas o no imagines es que, con muchísima diferencia, estas dos especies constituyen el mayor rebaño de animales en cautividad que el ser humano posee. Muy por encima de terneras, cerdos y ovejas; también muy por encima de pollos o cualquier tipo de aves. Incluso muy por encima de cualquier tipo de pescado o insecto.
A todos ellos superan con creces las gambas y los langostinos, como explica Andrés Jiménez Zorrilla, cofundador y presidente del consejo de la organización Shrimp Welfare Project (SWP), que traduciríamos literalmente como Proyecto por el Bienestar de las Gambas, enfocada a mejorar las condiciones de producción de estos animales.
En una de sus últimas publicaciones, Jiménez Zorrilla alegaba que "Sí, las gambas importan", en favor de esa mejora en la forma en que se producen unos animales fundamentales para el consumo humano, pero… ¿de cuántas gambas hablamos?
Calcula, según sus datos, como muestra en la publicación, que de todas las especies que el ser humano produce, las gambas y langostinos suponen alrededor el 51% del total de animales vivos en granjas a nivel mundial.
El mundo de la gamba resumido en dos especies
Por ponerlo en contexto, la segunda categoría serían los pescados (incluyendo mariscos) con un 22,8% del total. El podio lo cerrarían los insectos, con el 18,9% de los animales totales. Lejos, lejísimos, llega el pollo (con un 7,3%) y ya, a años luz, vacuno y cerdo, que supone menos del 1% del total, en términos de 'cabezas de ganad0, del mundo.
Pero, ¿cuántas gambas significa ese 51%? Calcula Jiménez Zorrilla que supone alrededor de 230.000 millones de animales, una cifra abrumadora, si se compara con, por ejemplo, los 790 millones de cerdos, los 4.330 millones de pollos o los 1,5 millones de terneras y vacas. Incluso lejísimos de los 125.000 millones de pescados de acuicultura.
De ese 51%, aunque se producen varias especies, las más habituales son el Litopenaeus vannamei (langostino vannamei) y el Penaeus monodon (langostino tigre) que, explica el autor, representan el 90% de las gambas mundiales presentes en granjas.
El informe, que ha hecho publico la plataforma Asterisk Mag, no se queda simplemente en las cifras, sino –y sobre todo– en la forma en la que se producen a gran escala las gambas, hablando de las condiciones en las que se crían y de cómo, aunque parezcan seres no dolientes, tienen un gran índice de sufrimiento en la forma en que se producen.
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