¿Y si el rebujito no fuera andaluz y lo inventaron hace 200 años en Estados Unidos?

¿Y si el rebujito no fuera andaluz y lo inventaron hace 200 años en Estados Unidos?
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Sprite (o Seven Up), hielo a mansalva y una cantidad a ojo de buen cubero de fino o manzanilla. No es precisamente el tótem de la mixología mundial, pero el rebujito, fiel cofrade de las ferias andaluzas, tiene todo —o casi— lo que buscamos en un trago.

Refrescante, sabroso, barato y, por si fuera poco, patrio. Sin embargo, es posible (y más que posible), que los orígenes del rebujito estén mucho más lejos y mucho más atrás de lo que pudiéramos haber pensado en un inicio.

No por el hecho de añadir un refresco de lima-limón como el Sprite o el Seven Up, que no es que precisamente destilen aires andaluces. Lo cierto, con algo historiografía en la mano, es que el rebujito es una bebida bastante moderna.

No sería hasta finales de los años 80 y, sobre todo, a principios de los años 90, cuando se popularizase su consumo en las distintas ferias de Andalucía. Sevilla, Jerez de la Frontera, El Puerto de Santa María, Sanlúcar de Barrameda, Huelva, Córdoba…

Buena parte de Andalucía Occidental acabó abrazando sin remisión al rebujito como estandarte ferial, desplazando las opciones 'puristas' del fino o la manzanilla, a las que refrescaba y enfriaba a costa del Sprite y del hielo.

Sin embargo, es bastante posible que Andalucía fuera unos años tarde. Grosso modo, unos 150 años tarde, pues ya en el Reino Unido y en Estados Unidos se preparaban no ya cócteles —o tragos— con sherry, sino algo muy parecido al rebujito.

El ancestro anglosajón del rebujito

Istock 1383548431 El sherry cobbler suele llevar hielo picado, algún vino de Jerez y frutas al gusto, aunque también hay opciones que lo elaboran con vino de Madeira o de Oporto.

A líos sobre si el origen es inglés o estadounidense, lo cierto es que a ambos lados del Atlántico hay motivos para creer en la paternidad —o abuelidad— del ancestro del rebujito. En trago en cuestión no se trataba de una novedad en el mundo de la mixología, pues no es la primera vez que se mezclase vino de Jerez.

Otro cantar es, como ya se haría en el siglo XX y en Andalucía, es que se mezclasen fino o manzanilla. Vinos que, por otra parte, no eran los que se consumían en el siglo XIX británico o estadounidense, pues el gusto por los vinos de Jerez fuera de España apuntaban a vinos más concentrados y potentes, generalmente de crianzas oxidativas avanzadas, como sucede con los famosos cream.

Eso no quita que se pudieran encontrar también cócteles como amontillado, quizá el otro gran vino exportado por el Marco de Jerez, pero lo más abundante siempre era el conocido como cream, que es una mezcla de oloroso con pedro ximénez. Más dulce, más alcohólico y más duradero para ser capaz de soportar viajes en barco y almacenamientos que pudieran no estar en las mejores condiciones.

Son dos autores los que citan así cómo surge, si bien no se sabe ni cuándo ni dónde a ciencia cierta, el conocido como sherry cobbler —este abuelo del rebujito— que consumían tanto británicos como estadounidenses y que comparte elementos en común.

Recuperando al sherry cobbler

Istock 1603385622 Hielo, menta o hierbabuena, Jerez y algún sirope son ingredientes fundamentales en el sherry cobbler.

Tanto José Luis Jiménez García, una de las personas que más en profundidad conoce la historia del Jerez, dentro del Diario de Jerez como Ana Pérez Vega de Arlucea, periodista de gastronomía y divulgadora sobre historia culinaria, en Las Provincias rebuscaron en los orígenes del sherry cobbler.

Documentado en novelas, obras de teatro, canciones populares y recetarios, el sherry cobbler —literalmente, empedrado de Jerez— era un cóctel que pudo surgir en las décadas de 1820 o 1830 y donde, en esencia, se mezclaba Jerez con zumo de frutas —cítricos, principalmente— y hielo pilé.

Esta novedad, tal como explicaba Ana Pérez de la Vega, tenía que ver con la democratización y producción del hielo, un avance tecnológico de principios del siglo XIX y que supuso convertir en popular algo que hasta entonces había sido un lujo.

Charles Dickens, Jules Verne, Mark Twain, Nathaniel Hawthorne, James Fenimore Cooper, Henry James… Son sólo una muestra entre los literatos que a ambos lados del Atlántico dejaron constancia del sherry cobbler en sus obras, del cual encuentra Ana Pérez la primera mención en prensa en el año 1837, tal y como explicaba en Las Provincias.

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De quién fue la idea inicial del sherry cobbler nada de sabe, lo que sí se sabe es que en Estados Unidos ya se conocía en los años 30 del siglo XIX, lo que podría significar que su paternidad es puramente estadounidense. Sea americano o sea europeo, lo cierto es que el rebujito, como casi todo lo que se ha vinculado con el Jerez desde hace siglos, acaba teniendo un poco de acento anglosajón.

Imágenes | iStock

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