En el mundo del jardín, hay dos tipos de personas: quienes arrancan malas hierbas cada semana y quienes encontraron una forma más práctica de evitarlo. Para estos últimos, el truco no está en la fuerza ni en los productos químicos, sino en una hoja de cartón y un poco de sentido común.
Aunque suene a método improvisado de jardinería urbana, el uso de cartón como capa de cobertura no es nuevo. Se llama mulching y lo utilizan desde horticultores profesionales hasta aficionados pacientes. Así lo comparte la tiktoker Emma Sallot, en un truco en el que lo interesante es que no solo evita el crecimiento de maleza, sino que también regenera la tierra.
Barrera opaca
La lógica es sencilla. En lugar de arrancar cada brote no deseado, se cubre el terreno con una barrera opaca que impide el paso de la luz. Las malas hierbas mueren de forma natural y, de paso, se evita remover el suelo y liberar más semillas latentes. Una estrategia más eficiente que reactiva.

El proceso empieza por retirar las plantas más altas. Luego, se coloca cartón sin tinta o varias hojas de papel de periódico húmedas directamente sobre el terreno. Se solapan ligeramente los bordes para evitar espacios y se cubre todo con una capa de material orgánico: hojas secas, compost o corteza.
Doble trabajo
Esta capa hace doble trabajo: por un lado, oculta el cartón, y por otro, lo mantiene húmedo para que se descomponga lentamente. A medida que el cartón se degrada, se convierte en humus, mejorando la fertilidad del suelo y atrayendo lombrices. Una victoria silenciosa.
Además, esta técnica conserva la humedad y reduce el riego, lo que convierte al jardín en un ecosistema más sostenible. Y todo sin utilizar herbicidas ni alterar el equilibrio del sustrato. Menos trabajo, menos residuos, más resultados.
A largo plazo, se puede repetir el proceso cada temporada. Lo mejor es que no se necesitan herramientas ni maquinaria especial. Solo paciencia, constancia y algo de ingenio. Y así, el jardín florece mientras uno observa desde la sombra.
Para quienes buscan cultivar sin conflictos con la naturaleza, esta puede ser la respuesta. Una solución simple que demuestra que a veces, lo más eficaz es también lo más discreto.
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