En letras grandes, muy grandes, vas a encontrar el nombre de Valencia en cientos de mallas de naranjas que encuentres en el mercado. Da igual el momento del año, pues el nombre se va a replicar en cualquier situación y en cualquier estación, incluso cuando no hay naranjas españolas —que sigue siendo una fruta de otoño/invierno— en tiendas y supermercados.
Sin embargo, que veas ese nombre de Valencia en caracteres fácilmente legibles no significa que esas naranjas sean valencianas. De hecho, nada más lejos de la realidad, pues de lo que realmente estamos hablando —como se comprueba en la imagen de apertura— es que se trata de una variedad.
No es una trampa de marketing ni una especie de truco de los productores, sino una realidad, pues en el etiquetado de las frutas y verduras se permite incluir el nombre de la variedad. Un problema que, como es evidente a la hora de comprar fruta con prisa, nos puede hacer pensar que estamos metiendo en nuestro carro de la compra suculentas naranjas valencianas.
Lo que sucede con este ejemplo de naranjas Valencia Late, obedeciendo el 'late' —tarde en inglés— a una variedad más tardía y que se replica como apellido en otros cultivares o variedades, como las que ya te contamos aquí.
Da igual que sea en enero, en marzo o que sean naranjas en agosto —como cantaba Danza Invisible con aquel Sabor de amor—, que vamos a ver naranjas Valencia en la mayoría de nuestros mercados, supermercados e hipermercados. Lo malo, como decimos, es que puede que intentemos ser cítricos patriotas y, una vez que veamos que Valencia aparece arriba, demos por hecho que se trata de cítricos españoles. Algo que también te contamos en su día al comprobar cómo Mercadona anunciaba naranjas de Sudáfrica como "naranja nacional".
Nada más lejos de la realidad, como se vislumbra en la etiqueta que adjuntamos, pues en este caso eran naranjas que procedían de Sudáfrica. ¿Sudáfrica? ¿Naranjas Valencia? ¿Qué clase de brujería es esta? No es brujería, fue la idea de un emprendedor estadounidense del siglo XIX y una feliz ocurrencia comercial que, ahora, puede suponer un gato por liebre bastante claro.
Un visionario llamado William Wolfskill
Es muy habitual especificar la variedad de la fruta en los puestos de venta. En este caso, unas Navelate sudafricanas.
Si no te suena de nada el nombre de William Wolfskill no te preocupes, pero nos quedaremos satisfechos cuando compruebes cómo este agricultor estadounidense contribuyó a exportar el nombre de Valencia por el mundo.
Wolfskill era un hombre de campo, nacido en el estado de Kentucky en 1798, que emigró a California cuando aún ésta era mexicana cuando apenas contaba 20 años. Allí se nacionalizaría mexicano y allí, debido a una serie de beneficios que los nacionalizados tenían, obtuvo una concesión de tierras donde empezó a producir vino, criar ovejas y también a plantar frutales. Cítricos, concretamente.
Wolfskill puso el nombre de Valencia a aquel primer híbrido que plantó en California.
Allí sería donde, mediante selección genética, daría con una variedad que denominó Valencia, pues ya eran de sobra conocidos los naranjos valencianos por aquel entonces. Conocida por ser una naranja especialmente jugosa, Wolfskill vendería la patente de la variedad Valencia antes de su muerte, lo cual empezaría a multiplicar la presencia de estos naranjos en los campos estadounidenses, principalmente en California y Florida.
En el mundo de las naranjas suele haber versiones más aptas para determinados consumos, como sucede con las naranjas de mesa, donde las variedades suelen ser distintas.
De esta manera, la variedad Valencia se convirtió en la predominante en cuanto a las llamadas naranjas de zumo en Estados Unidos, saltando ya en el siglo XX a multiplicarse por otros países debido a su fácil manejo y a las producciones generalmente altas que ofrece.
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Por eso, es muy frecuente su presencia como naranja de zumo y por eso, aún en 2023, es una de las naranjas más cosechadas de Estados Unidos. Muy demandada en los mercados internacionales, no extraña que en Sudáfrica sea una variedad muy plantada y una de las cuales, en los últimos años, está en parte de la polémica porque el país africano no cumple con los estándares sanitarios que la Unión Europea requiere.
Imágenes | Jaime de las Heras
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