Hay un momento, entre el cambio de armario y el cambio de hora, en el que la casa entera pide renovación. Se limpian ventanas, se airean textiles, se recogen alfombras. Pero hay una parte que suele olvidarse: los instrumentos que usamos para limpiar diariamente.
Paños grises que un día fueron blancos, fregonas con olor sospechoso y cepillos con restos del año pasado. Si los objetos de limpieza no se limpian, todo lo que tocan deja de estar realmente limpio. Parece una obviedad, pero se pasa por alto con frecuencia alarmante.
Bayetas, a lavar
Las bayetas deben lavarse tras cada uso. Si se acumulan varios usos sin enjuague, se convierten en cultivos de bacterias. Lo ideal es meterlas en la lavadora una vez por semana, a temperatura alta, con vinagre y bicarbonato para eliminar olores persistentes.
Fregonas, a la lejía
Las fregonas necesitan algo más: después de usarlas, hay que escurrirlas bien, colgarlas al aire y sumergirlas cada cierto tiempo en una mezcla de agua caliente con lejía o vinagre. Guardarlas húmedas es garantía de moho y malos resultados.

Aclarar las escobas
Los cepillos, tanto de barrer como de fregar, también acumulan residuos. Hay que sumergirlos de vez en cuando en agua con jabón, frotar las cerdas con otro cepillo y aclararlos bien. En caso de duda, mejor reemplazarlos directamente.
El cubo de la fregona también cuenta. No basta con vaciarlo. Conviene lavarlo con detergente cada semana y dejarlo secar al aire. Un cubo sucio vuelve a contaminar el agua limpia, y por tanto, el suelo recién fregado.
Renovación
Renovar los accesorios viejos es tan importante como cambiar la ropa de cama o guardar los abrigos. A veces no hace falta comprar nuevas, sino recuperar las que tenemos: lavarlas, desinfectarlas, ordenarlas por uso. Un armario de limpieza en orden facilita la rutina y reduce el esfuerzo innecesario acumulado.
Recolocarlo todo
Y si el cambio de estación llega con energía, es el momento perfecto para establecer un pequeño protocolo de mantenimiento mensual. En diez minutos se puede revisar, lavar y recolocar todo. El resultado se nota: la casa está limpia de verdad, y sin olores raros ni residuos ocultos.
Porque la limpieza empieza por las herramientas. Y como en todo, si la base está sucia, el resto nunca brillará del todo. Ordenar el armario de limpieza no es solo estético: es higiene preventiva.
Foto | Cottonbro studio y Kaboompics.com
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