Ni con lejía ni con estropajos: así se limpian los electrodomésticos de acero de la cocina

Tener aparatos llenos de marcas de dedos no es una opción si se quiere presumir de una cocina de revista

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Hace muchos años las cocinas respiraban un color miel generalizado que emanaba de toda la madera presente en la sala. Ahora todo es muy distinto y la mayoría de cocinas están hechas a base de acero inoxidable y otros materiales más lujosos y sofisticados.

Por ello, también ha cambiado la forma de limpiar la cocina y, en especial, de los electrodomésticos que la pueblan, ya que estos tienden cada vez más a tener un revestimiento de acero inoxidable que da un toque global a la estancia.

De este modo, tener una cocina con electrodomésticos sucios o llenos de marcas de dedos, por ejemplo, no es una opción si se quiere presumir de una cocina aseada y limpia, y que, al fin y al cabo sea una cocina de revista.

Este resistente metal facilita las tareas de limpieza pero también tiene sus propias particularidades, como el hecho de requerir productos que no sean abrasivos y terminen con su brillo.

Estos limpiadores son, esencialmente, lejías y detergentes en polvo, además, claro está, de cepillos de acero que los puedan rayar de una forma irreversible.

La forma correcta de limpiar estas superficies es hacerlo con un paño de microfibra, un gran aliado en la higienización de estas superficies, ya que conseguirá dejarlas aseadas y con todo su brillo sin causar ningún desperfecto.

En cuanto al producto que se le puede echar para limpiar, basta con agua y jabón, un básico de armario que actuará con total firmeza y seguridad en cualquier de estas superficies.

Habrá que aplicar esta solución con movimientos verticales, de arriba abajo y de abajo arriba, con una presión firme, para conseguir que la suciedad se despegue.

No obstante, el vinagre de manzana (ligeramente corrosivo) también es un buen ingrediente para terminar con las manchas más rebeldes, siempre que se use en poca cantidad, diluido en agua (a razón de una parte de vinagre por tres de agua), y dispensado a través, por ejemplo, de un pulverizador.

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Para terminar, es importante aclarar la zona en la que se ha intervenido con agua y dejarla seca con un paño limpio, de manera que se retiren todos los restos de vinagre que puedan haber quedado en la superficie.

Foto | Curtis Adams/Pexels.

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