Suelen decir los madrileños que a la capital llega el mejor pescado de las costas españolas. También hacemos la mejor fabada de España, horneamos la mejor pizza y hasta la mejor tarta de queso de Burgos.
En Madrid no vas a encontrarte a tu ex, pero es imposible no tropezarte con una terraza. Somos el Disneyland de la hostelería: un parque temático donde el tema es cómo arreglárselas para pagar la cuenta, evitar las colas y salir de la atracción sin pensar que te han timado.
La realidad es que casi todos los platos típicos de Madrid se cocinan mejor (y se sirven más baratos) más allá de nuestras fronteras. Los churros son mil veces mejores en Andalucía, las bravas las clavan en Valencia y el bocadillo de calamares mejora a lo bestia metiendo unas rabas cántabras entre dos panes.
Pero aquí seguimos, presumiendo de “los mejores pinchos de tortilla”: a 4,5 euros lo que te ponen en cualquier bar de la cornisa cantábrica a mitad de precio.
Todo está en Madrid
Madrid es el agujero negro de la gastronomía española. Con excepción de platos como el cocido o los callos casi todas sus especialidades son originarias de Andalucía, Galicia o País Vasco, regiones castigadas por un éxodo rural que trajo a la capital sus costumbres, también en lo que respecta a la cocina.
Hoy en día, lo más interesante de la gastronomía madrileña sigue en manos de los inmigrantes: latinos, chinos o rumanos que tienen algunos de los restaurantes más interesantes de la ciudad, normalmente en los barrios periféricos, a los que casi nadie presta atención. Pero también asturianos, sorianos o andaluces, de segunda o tercera generación, que son los que ganan los concursos gastronómicos para Madrid.
Es más allá de la M-30 donde también encontramos los mejores ejemplos de lo que podríamos considerar la auténtica gastronomía madrileña: platos como la oreja a la plancha o los caracoles cada vez más difíciles de encontrar en todas los nuevos bares “canallas” que tienen menos espíritu tabernario que una canción de Taburete. Pero su mismo público.
Mientras, dentro de esa frontera socioeconómica que supone la M-30, apenas sobreviven un puñado de auténticos bares y restaurantes madrileños, exponentes de una gastronomía en extinción por la vía de la gentrificación. O, en el caso de Madrid, del puro pijismo.
En Madrid se come muy bien si puedes pagarlo, pero no habría tantos madrileños petando las reservas de los restaurantes de todas las comunidades limítrofes si no estuviéramos locos por salir de este agujero para comer mejor a la mitad de precio.
¿Por qué Madrid tiene el mejor pescado de España? Porque somos tan prepotentes como para creer que gallegos, alicantinos o gaditanos se van a quedar lo malo y nos van a dar lo bueno.
En DAP | Estas son las tres mejores torrijas de Madrid
En DAP | (You gotta) fight for your right (to tapa): el aperitivo es un derecho adquirido
