Desde que descubrí esta receta de tarta de manzana sin huevo la hago un par de veces por semana. Bueno, en realidad solo ocurrió una vez, pero está tan buena que ojalá pudiera hacerla más a menudo, y es que vuela de la cocina a la velocidad del rayo.
Esta es, sin duda, la tarta de manzana más fácil del mundo y se hace con ingredientes que seguro tienes ya en la nevera. Lo primero que hay que hacer es pelar seis manzanas, cortándolas por la mitad (o en cuartos) y retirando las semillas. Me quedo con dos de ellas para decorar la superficie y las otras cuatro las troceo para que sea más fácil triturarlas. Puedes usar un robot de cocina o una batidora de mano.
Cuando la manzana está bien triturada como un puré pásala a un bol grande y añade un vaso de leche y otro de azúcar. Remueve para que se integren bien y añade otro vaso de harina. Bate el tiempo necesario hasta obtener una mezcla homogénea y sin grumos.
Una vez lista la mezcla, forra con papel vegetal la base de un molde de tarta de 20 cm. Se puede usar uno más grande, en cuyo caso la tarta quedará más finita, pero igual de buena.
Ya solo queda laminar finamente las manzanas que habías reservado para decorar la superficie, cubriendo con ellas la tarta -dándoles la forma que más te guste o colocándolas como hago yo- y hornear a 175ºC, con calor arriba y abajo, durante unos 75-90 minutos.
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Al acabar parecerá que la tarta está cruda, pero solo necesita de tiempo de reposo dentro del horno -hasta que se enfríe- para tomar consistencia y coger cuerpo.
Cuando esté fría ya se puede desmoldar y terminar con un poco de mermelada por encima, aunque si no tienes, puedes prescindir de ella. Aunque está rica caliente, me gusta más fría, pues queda más firme tras pasar al menos media hora en la nevera.
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