Marina Blanco
ColaboradorDe textura ligera y cremosa, con un sabor suave, esta mousse de café es el postre perfecto para darte un capricho dulce en cualquier momento.
Ligera, cremosa y con ese inconfundible aroma que solo el café puede ofrecer, la mousse de café es uno de esos postres que nunca pasan de moda. Perfecta para cerrar una comida con un toque sofisticado sin resultar pesada, combina el sabor intenso del café con la suavidad del queso mascarpone.
Su secreto está en el equilibrio: un café de sabor intenso, nata montada a punto de nieve y una mezcla aireada que aporte volumen sin perder cremosidad. Prepararla en casa permite ajustar la intensidad del café al gusto y disfrutar de una mousse casera irresistible.
Primero preparamos el café. Mientras tanto, hidratamos la hoja de gelatina en agua fría durante 5 minutos hasta que se ablande.
Escurrimos la gelatina y la diluimos en el café caliente. Removemos bien, y dejamos que se disuelva por completo. Dejamos enfriar.
En un bol batimos el queso crema con el mascarpone y el azúcar hasta obtener una crema suave y sin grumos. Añadimos poco a poco el café tibio a la mezcla de quesos removiendo con una espátula de silicona hasta que todo quede bien integrado.
Batimos la nata fría a punto de nieve. Agregamos la nata montada a la mezcla anterior poco a poco y con movimientos envolventes ayudándonos de una espátula de silicona.
Vertemos la mousse en vasitos individuales y los dejamos enfriar en la nevera al menos dos horas antes de servir.
Con qué acompañar la mousse de café
Puedes servirla sola, con un toque de cacao espolvoreado o canela en polvo, o acompañada de virutas de chocolate y nata montada.
En DAP | Mousse de chocolate
En DAP | Mousse de limón
