Miles de barras de nuestro país sacan a relucir cortezas de cerdo a modo de aperitivo, escoltando vinos, cervezas o vermuts, pero hoy rompemos una lanza a favor del picoteo doméstico.
Lo hacemos preparando cortezas de cerdo en casa, una receta que implica cierta laboriosidad, pero que da un resultado perfecto si seguimos bien todos los pasos.
Crujientes, sabrosas y perfectas para acompañar todo tipo de momentos, estas cortezas de cerdo también podrían serviros para 'montar' otros aperitivos sobre ellas.
La clave, como veréis a continuación, está en tener la piel del cerdo bien limpia de grasas o carnes y de una cocción previa que nos servirá para asentar el resultado final.
El primer paso es retirar todos los restos que se puedan de grasa y carne, que queden en la piel. Si compramos la piel totalmente limpia, mejor.
Cortamos la piel en el tamaño de los trozos deseados y los cocemos en abundante agua con sal 10 minutos.
Sacamos sobre una rejilla para que escurran, y dejarlos secar en un sitio muy seco y sin calor directo durante al menos uno o dos días o un día en una deshidratadora.
Pasado ese tiempo, freímos en abundante aceite en una sartén a 180 ºC, moviendo los trozos hasta que suflen, aproximadamente tres o cuatro minutos.
Sacamos, salamos y dejamos escurrir el exceso de grasa y consumimos templados o fríos.
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Con qué acompañar las cortezas de cerdo
Perfectas para cualquier aperitivo, la cortezas de cerdo se pueden utilizar como base para la tradicional paloma de Salamanca, usándose como soporte para la ensaladilla rusa. Siguiendo el ritmo cerdícola podemos apostar también por hacer unos torreznos de Soria o, si queremos refrescar el ambiente, ir a por unas gildas clásicas.
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