Perfectas para esta época de principios de primavera son las ensaladas y platos frescos que pueden tomarse fríos o templados, aprovechando que estamos en unas semanas de transición entre temporadas en los mercados. Antes de saltar a las frutas estivales todavía tenemos excelentes naranjas y mandarinas frescas llenas de sabor que merece la pena aprovechar también para la cena.
Una de mis ensaladas favoritas en casa en estos tiempos enlaza además con la Cuaresma y la Semana Santa, solo consta de tres ingredientes -aceite de oliva virgen extra aparte, básico en la despensa-, y tiene ese carácter tradicional y típico de un lugar concreto que tanto me gusta. Aunque su nombre puede llevar a error para quienes no tienen el gusto de conocerlo: el salmorejo de Iznájar.
Pues sí, no viene mal ir recordando ya que salmorejos, como gazpachos, hay muchos, y que existieron antes de llegar los tomates a Europa. Pero en este caso no estamos ante una sopa o crema fría, sino de una ensalada con bacalao y naranja tan rica como saludable, nutritiva y facilísima de preparar.
Vinculado a la mazamorra y con orígenes islámicos, el salmorejo de Iznájar procede de la localidad del mismo nombre, donde se acostumbraba a preparar con naranjas guasintonas y solía llevarse para tomar en el campo, preparado la víspera. En casa hoy podemos dejarlo listo por la mañana o a media tarde, macerando, para simplemente sacarlo de la nevera y tomarlo para la cena.
Con bacalao limpio ya desalado y listo para consumir solo tendremos que cocer los huevos que queramos agregar a la ensalada, cortar las naranjas peladas y aliñar con buen aceite. Si nos apetece, podemos añadir extras como aceitunas, cebolla tierna o pan de higo, algo también típico en la zona que dama más energía a los trabajadores.
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