La idea de que somos lo que comemos no es nueva, pero su relevancia cobra cada vez más fuerza en el contexto de la salud mental. En una época donde el bienestar psicológico se ha convertido en una prioridad, es momento de explorar la profunda conexión entre nuestra alimentación y nuestro estado de ánimo.
Más allá de la salud física, ¿puede una alimentación basada en plantas ser una herramienta para la paz mental? Para indagar en esta relación, conversé con la psicóloga Leticia Martín Enjuto, autora de Delicias Saludables para el Alma y Sabores de Verano. Ella me dio su perspectiva experta sobre cómo los alimentos que elegimos impactan en nuestro bienestar psicológico y mental, y profundizamos en el proceso de la transición a una alimentación plant-based como cambio paulatino, progresivo y de contención.
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El impacto de los alimentos en la mente
"El eje intestino-cerebro influye directamente en nuestro estado de ánimo, la energía y la concentración, y lo notamos cada vez que un alimento nos hace sentir más ligeros y vitales o, por el contrario, más pesados y sin motivación", asegura la psicóloga. Sobre esa base se construyen las elecciones alimentarias que realizamos todos los días y en todo momento.
Sea una alimentación omnívora o vegetal, el orden de los factores sí altera el producto, tanto en el sentido de cómo la comida influye en el estado de ánimo como en la forma en que las emociones dictan nuestra forma de comer. "En etapas de ansiedad o tristeza, por ejemplo, solemos buscar comidas rápidas o muy calóricas, que alivian en el momento pero a la larga generan malestar."
Los nutrientes afectan la producción de neurotransmisores como la serotonina y la dopamina, que regulan las emociones. Además, el sabor, la textura y el olor de los alimentos pueden desencadenar recuerdos y emociones placenteras o negativas.
La ciencia ya ha demostrado la profunda conexión emocional detrás de los alimentos. Como cuenta Leticia, "se ha observado, por ejemplo, que la falta de ácidos grasos omega-3 puede asociarse con mayor riesgo de depresión, o que bajos niveles de vitamina B12 están vinculados con problemas cognitivos. Algo parecido ocurre con minerales como el magnesio y el zinc, que cumplen un papel fundamental en la regulación del sistema nervioso y del estrés".
El cerebro como órgano complejo, requiere de nutrientes para funcionar correctamente produciendo neurotransmisores que regulan el estado de ánimo. Y para que el cerebro pueda producir estos, es fundamental el estado de la microbiota intestinal. Como explica Leticia, "la presencia de probióticos y probióticos ayudan a mantener un equilibrio que favorece la producción de neurotransmisores como la serotonina, de la cual gran parte se genera en el intestino".
Beneficios de una dieta vegetal
Muchas personas que adoptan una dieta basada en plantas describen sentirse con más energía y mayor claridad mental. Principalmente porque este tipo de alimentación suele aportar abundantes vitaminas, antioxidantes y minerales que favorecen tanto al cuerpo como al cerebro. A eso se suma que el proceso digestivo suele ser más ligero, lo que genera más vitalidad en el día a día eliminando incomodidades como hinchazón, gases o pesadez.
Además Leticia reconoce como "el cambio suele ir acompañado de una relación más consciente con el propio cuerpo. El hecho de elegir de manera intencionada lo que se come refuerza la autoestima y la sensación de autocuidado, lo que repercute directamente en el bienestar emocional". Y en líneas generales, junto con la alimentación vegetal se complementan otros hábitos saludables como realizar actividad física de manera regular, respetar las horas de sueño, etc. Como un efecto domino de buenas decisiones se traduce en mayor equilibrio y bienestar mental.
Vale la aclaración que las personas cambian su alimentación por distintos motivos, ya sea por la salud física, convicciones personales o un compromiso con la sostenibilidad, los animales y el cuidado del planeta. En esos casos, como destaca Leticia "lo que se come deja de ser solo un acto biológico y se convierte en una expresión de valores".
Y agrega, "ese tipo de decisiones suele generar un fuerte sentido de coherencia interna, de vivir en sintonía con lo que uno cree. Esa coherencia fortalece la identidad, la autoestima y aporta un propósito más grande que uno mismo. Además, brinda un sentimiento de pertenencia a una comunidad con intereses comunes. Desde la psicología se observa que, cuando una persona logra alinear su estilo de vida con sus valores, experimenta más bienestar y satisfacción. La comida, en este sentido, se transforma en un lenguaje cotidiano que refleja aquello en lo que creemos."
Desafíos y consejos para la transición
La psicóloga identifica el aspecto social como el primer obstáculo. Ya sean criticas, preguntas incómodas o cuestionamientos cuando se decide adoptar una alimentación alternativa que se desmarca de la norma esperada por la sociedad o cultura del sujeto.
Leticia subraya que, además "está el aspecto emocional: el temor a ser distinto o a quedar aislado. Superarlo requiere trabajar la confianza en uno mismo, la autoestima y entender el cambio como una oportunidad de crecimiento. Con el tiempo, esas dificultades se convierten en aprendizajes valiosos."
Como profesional de la salud, su recomendación para experimentar este proceso de manera armoniosa y en paz es "vivir la transición con apertura y disfrute. Explorar recetas nuevas, probar ingredientes diferentes y convertir la cocina en un espacio creativo hace que el cambio sea más motivador y duradero."
Su segundo consejo es informarse y consultar a un especialista para evitar deficiencias nutricionales, dandole al cuerpo todo lo que necesite. "Cuando se integra lo psicológico con lo nutricional, la transición se vuelve más rica y completa."
Un tercer punto que destaca es el poder de la auto-observacion. "Prestar atención a cómo cambia la energía, el humor o la concentración ayuda a reforzar el vínculo mente-cuerpo y permite ajustar la alimentación de manera consciente y personalizada".
A modo de cierre y retomando lo conversado con la psicóloga Leticia Martín Enjuto, queda clara cómo la relación entre lo que comemos y cómo nos sentimos es profunda. Comer no es solo una necesidad biológica, sino un acto social, cultural, psicológico, identitario y ético. Con una alimentación más consciente y rica en vegetales, abrimos la puerta a una mayor claridad mental y un posible equilibrio emocional más estable. El bienestar mental también puede comenzar en nuestro plato.
Imagen | freepik, web de la psicóloga Leticia Martín Enjuto
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