La lasaña es un clásico de la cocina italiana que, en esta reinterpretación, ¡es además vegana!
El uso de soja texturizada es el pilar para un relleno contundente y nutritivo, simulando la textura y la riqueza de la carne picada tradicional. Rehidratada y salteada con una base de sofrito aromático como cebolla, zanahoria y pimientos, la soja absorbe los sabores de las especias y el tomate rallado, logrando una boloñesa rápida que no solo es deliciosa, sino también una excelente fuente de proteína vegetal.
Otro punto importante en la preparación es la salsa bechamel, reinventada aquí para ser completamente vegetal y sorprendentemente cremosa. Olvídate de la mantequilla y la leche de origen animal, esta versión se elabora con una base de margarina y harina, formando un roux que se va incorporando gradualmente a una bebida vegetal neutra, como la de soja o avena sin azúcar.
El secreto para una bechamel perfecta está en la cocción a fuego lento y el batido constante para evitar grumos. El toque final de nuez moscada y una pizca de sal realzan el sabor.
El montaje en capas sigue la tradición que se complementan de manera armoniosa. Después de untar una capa de bechamel en la base de la fuente para horno, se alternan las láminas de pasta, la boloñesa de soja texturizada y más bechamel, creando un equilibrio de texturas y sabores. Opcionalmente, se puede añadir una capa de espinacas salteadas o champiñones para aportar un extra de color y nutrientes. En la superficie, espolvorea con levadura nutricional y pan rallado (o queso rallado vegano en su defecto).
Una vez en el horno precalentado, la lasaña se cocina hasta que la pasta esté tierna y la superficie tome un color dorado, lo cual suele suceder entre 30 a 35 minutos a 180ºC. La bechamel se vuelve aún más densa y se funde con los demás ingredientes, creando esa sensación de calidez y confort tan característica de este plato.
Para acompañar la lasaña, las opciones de bebidas son variadas. Puedes elegir desde un vino tinto joven o un vino blanco seco. Para quienes prefieren una bebida sin alcohol, un agua con gas y unas rodajas de limón o naranja son una elección sencilla y refrescante. Otras opciones son una bebida vegetal fermentada tipo kéfir de agua o un té helado casero con hierbabuena para una alternativa digestiva y llena de sabor.
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