En el mundo existen cinco especies de rinocerontes, de las que tres están en grave peligro de extinción. Animal de leyenda tanto en África como en el Sudeste asiático, la caza y la eliminación de su hábitat ha supuesto un descenso paulatino en su número, al punto de que hoy se calcula que solo quedan unos 27.000 ejemplares salvajes en todo el mundo, muy lejos de los 70.000 que se calculaban para los años setenta.
De todas las subespecies, la más abundante es el rinoceronte blanco del sur (Ceratotherium simum simum) con una población silvestre de cerca de 17.000 ejemplares, repartidos por países como Sudáfrica, Namibia, Botsuana y Zimbabue, aunque es en el primer país donde más rinocerontes perviven. No se debe tomar como una cifra generosa, ni considerar que el animal está a salvo. Solo en el primer trimestre de 2025 se cazaron furtivamente hasta 103 ejemplares en Sudáfrica, lo que supone más de un animal al día.
Allí es, curiosamente, donde han encontrado una forma de conseguir que los furtivos renieguen de la caza de uno de los mamíferos más grandes de la Tierra: la radiactividad.
Al contrario que otras técnicas para evitar que los animales fueran cazados, como el hecho de serrar su preciado cuerno, un grupo de investigadores de la Universidad de Witwatersrand en colaboración con la Agencia Internacional de Energía Atómica trabaja en una modalidad de preservación que permite que el rinoceronte blanco mantenga su cuerno y, además, mantenga alejados a los cazadores furtivos ante la imposibilidad de comerciar ilegalmente con este apéndice.
El cuerno radioactivo como defensa
Bautizado en inglés como Rhisotope Project, el experimento comenzó en el año 2021 con la intención de localizar a los animales, 'marcándolos' con una pequeña cantidad de material radioactivo que facilitase la detección del cuerno en cualquier lugar del mundo. Sin embargo, no sería hasta 2024 cuando el proyecto ha comenzado a materializarse.
El proyecto comenzó en 2021 con la colaboración entre varias universidades y la Agencia Internacional de la Energía Atómica. ©IAEA.
La intención, a través de la inserción de ese material radioactivo, es impedir que los furtivos cacen al animal en busca de su cuerno, ya que la dosis es lo suficientemente alta como para que en cualquier control, ya sea puertos o aeropuertos, las alarmas radiactivas surjan, pero lo suficientemente baja como para que no afecte a la salud del rinoceronte.
El procedimiento, llevado a cabo a través de una técnica apenas invasiva, supone sedar al animal para colocarle la carga radiactiva en el cuerno que, tras las primeras pruebas, se demostró inofensiva para estos enormes perisodáctilos.
El procedimiento, apenas invasivo, supone introducir una pequeña cantidad de material radiactivo en el cuerno del animal, suficiente como para que una alarma atómica en puertos y aeropuertos saltase. ©IAEA.
En el primer intento se eligió un grupo de 20 animales, donde 15 de ellos recibieron la dosis, dejando como grupo de control a otros cinco animales, que sirvieron para monitorear los posibles cambios de salud en los que sí fueron inyectados. Tras más de un año de testeo junto a la Universidad de Gante, en Bélgica, los resultados fueron satisfactorios: la cantidad de radioactividad no afectaba a los animales.
Inocuo para los animales, suficiente para un control de seguridad
Pero sí, como decimos, es suficiente para manifestarse en cualquier tipo de control de radioactividad. Algo que sintetiza Arrie van Deventer, fundador y director de Rhino Orphanage, un refugio para rinocerontes en Sudáfrica: "Con el Rhisotope Project no te puedes llevar el cuerno a ninguna parte. No puedes atravesar puertos, aeropuertos ni aduanas porque las sirenas sonarán", indicaba a The Good ante lo que califica como "podría ser el santo grial para salvar a más especies".
La cantidad es suficientemente baja como para que el animal no tenga ninguna consecuencia. ©IAEA.
No es una cuestión menor. En todo el mundo hay cerca de 10.000 monitores de portal de radiación, distribuidos en todo tipo de controles fronterizos, que servirían como chivato ante cualquier movimiento radioactivo.
El proyecto, que cuenta con la coordinación de la Agencia Internacional de Energía Atómica, supone abrir una ventana para que otros grandes mamíferos a los que se caza por sus cuernos y colmillos se beneficien de la medida, como sucedería con el búfalo del Cabo o los elefantes.
Imágenes | Agencia Internacional de la Energía Atómica