La Dieta Dukan es una dieta milagro. Razón aquí

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Según Dukan, estos niños deberían estar gordos

Después de mi último post sobre la palatabilidad y por qué funcionan las dietas milagro, algunos lectores de DAP se han mostrado, en cierto modo ofendidos, cuando he calificado a la Dieta Dukan, como dieta milagro. En el post de hoy quiero argumentar por qué considero a la dieta Dukan como “milagro”, analizando algunos aspectos de la misma.

Primero de todo, entiendo perfectamente que los lectores se sientan molestos cuando se califica a una dieta, que en sus casos parece que ha tenido éxito, como milagro. En el fondo, es como si les estuviéramos acusando de creer en supersticiones o algo similar y que la dieta que les ha funcionado, ha sido por casualidad. Quede claro desde el principio que esa no es mi intención, y que el término milagro, no va más allá de una forma de denominar a las dietas que son “famosas”, pero cuyas afirmaciones no se fundamentan en la ciencia o la antropología.

Las críticas de la mayoría de los lectores ha sido más o menos estas. “A mi me ha funcionado. No sé por qué te tienes que meter con la Dukan. Claro que también falla, como el resto de dietas. Es necesaria una fuerza de voluntad para seguirla. Solo tienes que cambiar algunos hábitos como reducir las grasas y los hidratos”.

Mi principal argumento del post anterior era que las dietas funcionan, entre otras razones, porque reducen la palatabilidad de los alimentos. Es decir, al seguirlas y la Dukan lo hace muy bien en este aspecto durante la fase de ataque, quitamos de la ecuación un montón de alimentos super apetecibles que nos hacen comer más de lo que sería normal y que disparan nuestro apetito.

Excepciones antropológicas a la Dukan

Los argumentos que sugiere la Dukan, a grandes rasgos, o al menos con los que se quedan la mayoría, son que los hidratos engordan y que las grasas también. Evitando ambos durante un tiempo y usando la cetosis, quemaremos grasas y perderemos peso. Por supuesto, hay que poner un límite porque una dieta de solo proteínas es algo que el ser humano no puede tolerar, hasta el punto que nos puede dar lugar a lo que se conoce como inanición cunicular, o muerte por ingestión de carne de conejo. Por eso la fase de ataque es limitada y recomienda el consumo de agua.

Ahora bien, ni los hidratos engordan, ni las grasas engordan, ni son malos para la salud. Para empezar, los hidratos de carbono, como tal, no existen. Son una agrupación que utilizan los científicos para juntar un montón de moléculas con composiciones químicas diferentes. Un hidrato es el azúcar de mesa, o la miel, pero también lo es el almidón. Ni son iguales, ni por supuesto, nuestro organismo los metaboliza igual. De la misma forma, lo que denominamos grasas, es un amplio cajón de sastre, donde nos encontramos muchos tipos.

Es decir, dime qué hidratos o grasas tomas y te diré si tienes una mayor probabilidad de engordar. Las mejores pruebas de la afirmación anterior es cómo hay poblaciones enteras que o bien tienen una dieta basada en “hidratos” como los kitavanos, o bien una dieta basada en grasas como los esquimales. Ninguna de ellas tiene problema alguno con la obesidad, ni con las enfermedades asociadas a la misma.

En ambos casos, las dietas de estas poblaciones, estarían totalmente fuera una dieta Dukan, y la de los esquimales incluso fuera de cualquier otra dieta considerada como “sana”. Por supuesto, hay motivos que explican ambos casos.

La dieta del Sr. Calero, con perdón…

¿A dónde quiero llegar a parar? Pues que el Sr. Dukan, o pogamos el Sr. Calero, bien podría haber escrito un libro llamado “la dieta de la patata“. Sería una dieta en la que comeríamos patatas en todas las comidas y durante 30 días, con el objetivo de perder peso. Sería la “fase de ataque de la patata”. ¿Pero qué dices? ¡Las patatas engordan! No, no engordan, de hecho ya comentamos en DAP sobre el caso de 30 patatas al día. Es un mito nutricional más, las patatas no engordan. ¡Ah, y eso sin entrar en cetosis!

¿Por qué funcionaría? Pues porque una dieta basada en patatas, y que recomendara cómo cocinarlas de distintas formas, también reduciría la palatabilidad, lo que influiría en nuestra ingesta de calorías, y a la postre daría lugar a un reducción de peso, similar a la fase de ataque de la Dukan. Es más, al bolsillo intuyo que nos saldría más barata. Por supuesto, también incluiría en mi libro, sencillos ejercicios para mantenerme en forma, etc… etc… ¿Y por qué no? También podría incluir el consumo de grasas saturadas en forma de coco, como los kitavanos.

¿Milagro? No, pero funciona por los motivos equivocados

La cuestión, por tanto, no es si la dieta Dukan funciona. Estoy seguro de que lo hace, y de que es válida para mucha gente, y que salvo casos excepcionales, no debería presentar mayores problemas de salud si se hace forma correcta. Al menos, no hay casos masivos de denuncias sobre efectos secundarios. De hecho, yo no he podido encontrar estudios científicos que “demuestren” que es perjudicial. Principalmente, porque hacer un estudio de este tipo sería muy caro, sin la esperanza de datos concluyentes.

Ahora bien, la Dukan se basa en principios que no son ciertos, que los hidratos y las grasas engordan per se. En este sentido, es dieta milagro, puesto que basa sus principios en algo que ni la ciencia bioquímica ni antropológica sostienen. Que los hidratos o las grasas, per se, engordan. Hace uso de unos conceptos erróneos, pero que puestos en el contexto de un libro y lo que es más importante, un método, nos hacen evitar, el que posiblemente sea el principal motivo por el que engordemos, la alta palatabilidad de los alimentos actuales.

Si el Sr. Dukan, hubiera justificado su libro diciendo esto sería otra cuestión, pero no ha sido el caso. Cualquier otra dieta, que lograra reducir la palatabilidad, independientemente de la composición de la misma, tendría resultados similares. Las cosas en nutrición a veces funcionan pero por los motivos equivocados, como los milagros.


Imagen | Por Staffan Lindeberg
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