Restaurantes y botellitas de aceite, ¿injerencia excesiva o defensa de la calidad?

Restaurantes y botellitas de aceite, ¿injerencia excesiva o defensa de la calidad?
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¿Podría ser esto ilegal en la UE?

Algunos de mis compañero de DAP ya han escrito artículos sobre la nueva normativa europea de envasado de aceite de oliva para los restaurantes. He de confesar que cuando leí la noticia, lo primero que pensé fue "¿no tendrán otras cosas más importantes con las que preocuparse que decir a un restaurante cómo servir el aceite?" Como suele pasar en muchas ocasiones, una segunda destilación de este pensamiento inicial, me hizo valorar las distintas posiciones frente a este problema. Me gustaría compartir con vosotros las reflexiones porque, en realidad, no se trata solo del aceite de oliva, ¿o sí?

Países a favor y países en contra. Argumentos

Lo primero que me llamó la atención al estudiar más a fondo la noticia fue que todos los países productores estaban a favor, mientras que casi todos los consumidores estaban en contra. En Europa esto se traduce en Italia, España, Grecia y Portugal frente a Alemania, Bélgica, Holanda, Austria, Suecia, Dinamarca. ¿Por qué estos bloques?

Obviamente estos intereses encontrados responden a diversos argumentos. Los que se oponen alegan que los restaurantes deben tener libertad para servir el aceite de oliva como consideren oportuno. Así, si deciden conseguir aceite de un productor específico directamente, no deberían estar limitados por las reglamentaciones. Por otro lado, al servir todo el aceite envasado, presumiblemente en botellas de plástico no rellenables, habría un mayor impacto ambiental al usar envases no reciclables. En cuanto a los productores, algunos pequeños productores también argumentan que no tendrían la capacidad de hacer envasados monodosis y esto les dejaría fuera del mercado de venta a restaurantes.

Los que están a favor esgrimen algunos de los siguientes argumentos. El aceite de oliva es un producto manufacturado que tiene que cumplir unos estándares de calidad y seguridad, y los consumidores tienen que estar seguros de que efectivamente lo que consumen es lo que piden. Precisamente, el aceite de oliva ha sido objeto de fraudes en varias ocasiones. Pongamos otro ejemplo, mantequilla. Hoy en día toda la mantequilla que se sirve en hoteles y restaurantes se sirve también en monodosis (yo no recuerdo polémica alguna al respecto). Por supuesto, puede haber otros motivos, como que sería más incómoda de servir, o más propensa al deterioro, pero nadie nos pone una barra de mantequilla en un hotel o un restaurante (al menos no lo recuerdo).

En principio, uno podría argumentar que allá cada cual. Que si un restaurante te pone "aceite de oliva" y luego es una mezcla de otros aceites, el consumidor es libre de elegir ir a ese restaurante en el futuro. Cierto, pero no es menos cierto que si el restaurante en su carta "X con aceite de oliva" y luego no lo es, está aprovechándose de la confianza de un consumidor que no tiene por qué saber distinguir un aceite de otro. Y esto nos lleva a lo siguiente.

Etiquetamos todo o no etiquetamos nada

¿Dónde ponemos los límites del etiquetado? Es decir, por esta regla de tres, se podría dar el caso de que las salinas de Santa Pola, decidieran impulsar junto con más salinas el hecho que de la sal solo se pudiera servir en monodosis y no en saleros rellenables. Y podemos seguir con este argumento "ad infinitum", patatas, aceitunas, etc... ¿Os imagináis el pan? Obviamente esto es una reducción al absurdo y crearía más problemas que soluciones.

La cuestión es si realmente el consumidor está pagando un precio extra por el aceite de oliva como aderezo o no. Es decir, una cosa es comprarte una botella de aceite de oliva, esperar una garantía de calidad y que te den gato por liebre y otra distinta es que vayas a un restaurante que ofrezca un menú del día con ensalada y la aceitera contenga aceite de una calidad inferior. Uno no paga un menú del día simplemente porque en las aceiteras tengan aceite de oliva. Claro está, lo mismo podría decirse del vino de mesa, y ahí sí, generalmente a uno le dan una botella precintada aunque no sea el mejor vino.

Solución de Compromiso

De momento, la propuesta normativa está parada y seguramente sea objeto de una nueva ronda de negociaciones por parte de ambas partes. ¿Cuál podría ser una solución de compromiso? No está muy claro y como en casi todo, hay argumentos válidos en ambos lados. Es cierto que si el aceite de oliva es un producto manufacturado y que si mantequilla o vino o agua, se sirven precintados, ¿por qué el aceite de oliva tiene que ser menos? Por otro lado, no es menos cierto, que evitar el rellenado de aceiteras en los restaurantes, está muy en el límite de lo que una reglamentación debería contemplar.

Si los productores quieren que se garantice la calidad del aceite de oliva que se sirve en los restaurantes del norte de Europa, quizá lo que se podría hacer son buenas campañas de márketing e información sobre lo que es realmente un aceite de oliva (y me consta que se hacen) y que los consumidores que quieran, puedan elegir aquellos restaurantes que realmente les ofrecen un producto de calidad. Hay buenas razones para defender el aceite de oliva como producto, pero intentar imponer su calidad a través de la reglamentación, puede ser como un tiro en el pie, y crear más perjuicios que beneficios. Lo que se ganaría en "autenticidad" del producto, puede que se perdiera en "imagen de marca" y rechazo, al menos inicialmente.

Como veis, no lo termino de ver muy claro. Entiendo que pueden existir agravios comparativos (mantequilla, vino...) pero me parece un injerencia excesiva en la relación de confianza y libertad que tienen que tener los restaurantes con sus clientes. ¿Más regulación, más información, más y mejores inspecciones? ¿Qué opináis?

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