Jaime de las Heras
Editor SeniorSicilia es un auténtico mosaico de cultura, historia y tradiciones. Uno de esos destinos imprescindibles si se quiere conocer Italia más allá de lo típico. Es un lugar que combina paisajes naturales asombrosos, playas de aguas cristalinas, pueblos detenidos en el tiempo, arquitectura heredada de múltiples civilizaciones y una gastronomía que, por sí sola, ya justifica el viaje.
Recorrer Sicilia es pasar de ruinas griegas a catedrales normandas, de mercados callejeros llenos de vida a pueblos en la cima de montañas donde parece que no ha pasado el tiempo. Pero incluso más allá de sus grandes ciudades como Palermo, Catania o Siracusa, la isla guarda joyas menos conocidas, donde lo sorprendente no solo está a ras de suelo, sino también —y de forma muy literal— en las alturas.
Un claro ejemplo de esto es Centuripe, un pequeño pueblo en el noroeste de Sicilia que parece pasar desapercibido para muchos viajeros, hasta que lo ves desde el cielo.
Desde esa perspectiva, lo que se revela es simplemente asombroso: todo el conjunto urbano de Centuripe tiene forma de figura humana. Sí, como si alguien lo hubiera diseñado con esa intención desde el principio. La imagen aérea muestra lo que parece ser un cuerpo acostado, con brazos, piernas y hasta cabeza.
No es casual que esta peculiaridad haya captado la atención de fotógrafos con drones y se haya viralizado en redes sociales en los últimos años. Pero lo más curioso de todo es que este efecto solo se aprecia desde arriba; caminar por sus calles no da ninguna pista de esta silueta tan singular.
Centuripe está situado en la provincia de Enna, en el corazón montañoso de Sicilia, a unos 70 kilómetros de Catania. Se asienta sobre una colina alargada y muy irregular, lo que explica en parte su peculiar disposición urbanística.
Fundado en tiempos remotos, ha estado habitado durante más de 2.000 años y ha sido testigo del paso de griegos, romanos, bizantinos, árabes y normandos. En la Antigüedad fue conocido como Centuripae, y llegó a ser una ciudad importante dentro del Imperio Romano. Hoy en día conserva vestigios de todas esas épocas, integrados en un caserío que serpentea por las laderas, adaptado al terreno.
Una vez que se está en tierra, lo de la forma humana queda como una anécdota aérea. Pero el pueblo tiene mucho que ofrecer a quienes deciden explorarlo de cerca. El primer lugar imprescindible es el Museo Arqueológico Regional de Centuripe, que alberga una colección notable de objetos romanos, especialmente esculturas, cerámicas y mosaicos hallados en las cercanías. Es uno de los museos más importantes de la región, y una visita ayuda a entender la relevancia que tuvo esta localidad en la antigüedad.
Vistas de Centuripe, con la Iglesia del Calvario al fondo. ©Centuripe Cittá Imperiale.
Pasear por el casco antiguo de Centuripe es una experiencia tranquila y muy local. Las casas de piedra, las callejuelas estrechas y las plazas pequeñas invitan a caminar sin prisa. Desde muchos puntos del pueblo se tienen vistas espectaculares del valle del Simeto y, en días despejados, del majestuoso volcán Etna, que se alza no muy lejos. Esa presencia constante del Etna añade un elemento más a la belleza del entorno.
La Iglesia Madre, Centuripe. ©Centuripe Cittá Imperiale.
Entre los edificios más interesantes se encuentra la Iglesia Madre dell’Immacolata Concezione, con una bonita fachada barroca, y el convento de los Capuchinos, desde donde también se obtienen panorámicas excepcionales. No obstante, el punto más alto de la ciudad es el que marca la Iglesia del Calvario, en una pequeña cima.
Además, los alrededores de Centuripe están salpicados de restos romanos como puentes antiguos, acueductos y termas, testimonio de una época en la que esta zona era próspera y estaba densamente poblada.
El mirador Rafael Miceli, desde el que se ve el volcán Etna y la Iglesia del Calvario. ©Centuripe Cittá Imperiale.
Para quienes disfrutan del senderismo o simplemente de los paisajes naturales, los alrededores ofrecen varias rutas entre colinas y olivares, perfectas para caminar en primavera u otoño. Además, en agosto, el pueblo celebra la fiesta de San Sebastián, su patrón, con procesiones, música en vivo y fuegos artificiales. Es un momento ideal para ver el pueblo en plena actividad.
El mejor momento para visitar Centuripe es entre marzo y junio, o entre septiembre y octubre, cuando el clima es templado y el paisaje está en su mejor momento. En verano, las temperaturas pueden ser altas, aunque sigue siendo una opción interesante si se combina con otras visitas por el interior de Sicilia. Para llegar, lo más sencillo es hacerlo desde Catania, desde donde se puede tomar un coche y disfrutar de una ruta escénica que atraviesa campos, viñedos y colinas.
Ruinas del Castillo Corradino. ©Centuripe Cittá Imperiale.
Centuripe demuestra que, a veces, lo más extraordinario de un lugar no se descubre al caminar por sus calles, sino al observarlo desde otra perspectiva. Y aunque su forma humana es lo que lo ha hecho famoso recientemente, basta con detenerse unas horas allí para descubrir que este pequeño pueblo tiene mucha más historia, belleza y autenticidad de la que uno imagina al ver solo una imagen desde el aire.
Imágenes | steffie82 en iStock / Centuripe Ufficio Turistico / Centuripe Cittá Imperiale
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