El cava valenciano teme que un posible boicot a los productos catalanes perjudique a los espumosos de toda España

La actualidad política ha vuelto a sacar a la palestra un término fraguado a principios de la primera década de este siglo, pero que cobró especial protagonismo a raíz de los inicios del procés, el boicot catalán. Ante un resurgimiento de este movimiento, los productores de cava valenciano temen una caída generalizada de las ventas que podría afectar a todo el país.

Se ha pronunciado al respecto la Asociación de Productores de Cava de Requena, la cual, en declaraciones recogidas por La Vanguardia, afirma que una campaña de boicot de este tipo “nunca es positiva y acaba perjudicando a todos. El conflicto no es una bandera para nosotros".

La Denominación de Origen Cava, que desde hace años se enfrenta a su propia crisis interna por una devaluación del producto debido fundamentalmente a la caída de precios, está formada por 159 municipios, de los cuales 132 pertenecen a las cuatro provincias de Cataluña. El resto se reparten entre La Rioja (18), Álava (3), Zaragoza (2), Navarra (2), Badajoz (1) y Valencia, siendo el municipio de Requena el único que puede elaborar cava de la Comunidad Valenciana.

A pesar de que ante episodios semejantes las ventas de espumosos de otras provincias experimentaron un notable crecimiento, desde la asociación valenciana no se fían y prefieren ser cautos, pues una caída de las ventas del cava catalán termina afectando negativamente a toda la DO.

El gran dominio catalán del Consejo Regulador, con sede en el Penedés, implica las menores ventas del espumoso en Cataluña termina lastrando la producción de todo el país, como ya ocurrió en el año 2018. Para proteger a los productores catalanes, en aquella ocasión el Consejo pretendía reducir la producción nacional frenando a otras regiones productoras con margen para crecer, argumentando el riesgo de una sobreproducción.

Ante la campaña navideña, época clave para las ventas del sector, Los los productores de Cava de Requena ven con incertidumbre el futuro próximo. Si bien se esperan cifran positivas para cerrar el año, semejante a la de 2022, temen que 2024 no sea tan halagüeño. Será entonces cuando el cava refleje el aumento de los precios derivado de la inflación que implica un mayor coste de materias primas y materiales.